Ñ u s l e t e r
  
#32
-mensaje laborioso de recreación literaria-
  
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"Los hombres tendrían poca o ninguna tradición antes de que se desarrollase su 
habla. Todos los pueblos salvajes o primitivos de hoy, por el contrario, están 
empapados en la tradición, en una tradición de miles de generaciones. Podrán 
tener las mismas armas que sus antepasados remotos y métodos semejantes; pero 
las que eran impresiones leves y superficiales en la mente de sus predecesores, 
son hoy surcos hondos e intrincados, labrados profundamente por la intervención 
de muchas generaciones, a través de los siglos." H. G. Wells
 
PROSA 
| El trabajo y el juego 
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Georges Bataille |
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El trabajo y el juego (fragmento)
Es el trabajo el que desgaja al hombre de la animalidad. Por medio del trabajo el animal se vuelve humano. El trabajo fue antes que nada el fundamento del conocimiento y la razón. La fabricación de los instrumentos y de las armas fue el punto de partida de esos razonamientos que humanizaron al animal que éramos. El hombre, manipulando la materia, supo adaptarla al fin que le asignaba. Pero esta operación no sólo cambia la piedra, a la cual los fragmentos que le arrancaba le daban la forma deseada; el hombre se cambia a sí mismo: evidentemente fue el trabajo quien hizo de él un ser humano, al animal razonable que somos.
    
Pero si es cierto que el trabajo es el origen y la clave de la humanidad, a la 
larga los hombres, a partir del trabajo, se alejaron totalmente de la 
animalidad. Se alejaron de ella particularmente en el plano de la vida sexual. 
Primero habían adaptado su actividad en el trabajo a la utilidad que le 
asignaban. Pero no fue solamente en el plano del trabajo que se desarrollaron: 
fue en el conjunto de su vida que hicieron responder sus gestos y su conducta al 
fin perseguido. La actividad sexual de los animales es instintiva: el macho que 
busca a la hembra y la cubre responde sólo a la agitación instintiva. Pero 
habiendo accedido por medio del trabajo a la conciencia del bien perseguido, los 
hombres se alejaron de la pura respuesta instintiva discerniendo el sentido que 
dicha respuesta tenía para ellos.
    Para los primeros hombres que tuvieron conciencia el fin de 
la actividad sexual no debió ser el nacimiento de los hijos sino el placer 
inmediato que resultaba de ella. El movimiento instintivo iba en el sentido de 
la asociación de un hombre y una mujer para la alimentación de los hijos, pero 
en los límites de la animalidad esta asociación tenía sentido sólo después de la 
procreación. La procreación no era, al principio, un fin consciente. En su 
origen, cuando el momento de la unión sexual respondía humanamente a la 
actividad consciente, el fin que se daba era el placer, era la intensidad, la 
violencia del placer. En los límites de la conciencia la actividad sexual 
respondía en primer término a la búsqueda calculada de transportes voluptuosos. 
Inclusive en nuestros días existen poblaciones arcaicas que ignoran la relación 
necesaria entre la unión voluptuosa y el nacimiento de los hijos. Humanamente, 
tanto la unión de los amantes como la de los esposos no tiene al principio más 
que un sentido, y éste es el deseo erótico: el erotismo difiere del impulso 
sexual animal por cuanto significa, en principio y de igual manera que el 
trabajo, la búsqueda consciente del fin que es la voluptuosidad. Este fin no es, 
como sucede en el trabajo, el deseo de una adquisición, de un acrecentamiento. 
Únicamente el hijo representa una adquisición, pero el primitivo no ve la 
adquisición efectivamente benéfica del hijo como resultado de la unión sexual; 
para el hombre civilizado la venida al mundo del hijo ha perdido el sentido 
benéfico -materialmente benéfico- que tenía para el salvaje.
    Es cierto que en nuestros días la búsqueda del placer 
considerado como un fin es a menudo mal juzgada. No se adapta a los principios 
sobre los que se funda la actividad sexual actualmente. En efecto, la búsqueda 
voluptuosa, que no es condenada, no por eso deja de ser considerada de manera 
tal que, dentro de ciertos límites, es mejor no hablar de ella. No obstante, una 
reacción que a primera vista no es justificable, no por eso deja de ser menos 
lógica. En una reacción primitiva, que por otra parte no deja de actuar, la 
voluptuosidad es el resultado previsto del juego erótico. Pero el resultado del 
trabajo es la ganancia: el trabajo enriquece. Si el resultado del erotismo es 
considerado en la perspectiva del deseo, con independencia del posible 
nacimiento de un hijo, es una pérdida a la cual responde la expresión 
paradojalmente válida de "pequeña muerte"...
    El hombre, a quien la conciencia de la muerte opone al 
animal, también se aleja de éste en la medida en que el erotismo sustituye el 
instinto ciego de los órganos por el juego voluntario, por el cálculo del 
placer.
Georges Bataille vivió entre 
1897 y 1962. Peleó en la I Guerra Mundial hasta que contrajo tuberculosis (que 
lo atormentó toda la vida). Luego se hizo seminarista católico pero perdió la fe 
antes de volverse sacerdote. Estudió en Francia y España. Trabajó como 
bibliotecario. En 1920 se vinculó al Surrealismo hasta que Breton lo expulsó 
(más tarde se reunirían de nuevo para luchar contra el fascismo). En los '30 
fundó y editó varias publicaciones donde dio a conocer a autores como Derrida, 
Barthes y Foucault. Escribió novelas eróticas (La historia del ojo, 
El azul del cielo, El abad C) y poemas, pero es más conocido por 
sus ensayos, entre otros: El Erotismo, Teoría de la religión, 
La literatura y el mal, Las lágrimas de Eros.
LUDIR, 1591, 
'frotar o estregar una cosa con otra'. Probablemente del latín LUDERE 'jugar, 
juguetear' (quizá pasando por 'retozar amorosamente, yacer carnalmente', que 
también es acepción latina).
DERIV. Lúdico.
"Ningún ser humano es ilegal." Pintado en Cochabamba y Piedras, San Telmo. Visto por Pilar.
"Dígale no al aborto, coja por el orto." Un clásico. Leído en una pared céntrica en San Rafael (Mendoza) por Jorge Lardone.
"Muerte a todos los turistas" En un paredón al pie del parque Guel de Barcelona. Enviado por Alejandra Baldovin.
"Hagamos de 
las kalles nuestra galería de arte." Con una A dentro 
de un círculo en estación Yrigoyen del Ferrocarril Roca. Lo vio Fernando 
Chamorro.
Estamos trabajando para mejorar esta sección. Sepa disculpar las molestias ocasionadas.
¿Tiene inclinación a dialogar con los muertos? ¿Oye voces y le gustaría transcribirlas?
No se automedique. Taller Literario. Encuentros semanales de lectura y escritura.
Coordinan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Para más información, comunicarse al 
4896-0140 
o al 4205-4284.
O a las siguientes direcciones:
Mañana
Me ilumino
de inmensidad.
Himno a la muerte
Amor, mi joven emblema,
Vuelto a dorar la tierra,
Difuso en el día riscoso,
Es la última vez que miro
(Al pie del barranco, suntuoso
de impetuosas aguas, funesto
De antros) la estela de luz
Que como la tórtola gimiente
Sobre la tierra feliz se turba.
Amor, salud resplandeciente,
Me pesan los años futuros.
Abandonado el fiel bastón,
Resbalaré en el agua oscura
Sin pesar.
Muerte, árido río...
Desmemoriada hermana, muerte,
El igual me harás del sueño
Besándome.
Tendré tu paso,
Andaré sin dejar huella.
Me darás el corazón inmóvil
De un dios, seré inocente,
Ya no tendré pensamientos ni bondad.
Con la mente amurallada,
Con los ojos caídos en olvido,
Haré de guía a la felicidad.
Giuseppe Ungaretti nació en 
Alejandría, Egipto en 1888. Pasó su infancia en el norte de África y luego 
estudió en París, donde se emparentó con el simbolismo y las vanguardias. Sirvió 
a la infantería italiana de la I Guerra Mundial, y los poemas sobre el amor y la 
precariedad de la vida de su primer libro, La alegría, los escribió en 
las trincheras (en "Soldados" dice: Se está como/ en otoño/ las hojas/ en los 
árboles.). Se propuso revolucionar la tradición poética italiana, elocuente y 
declamatoria, con una poética de la concentración y la intensidad que llevó el 
nombre de Hermetismo. Tradujo entre otros a Shakespeare y Racine, y enseñó en la 
Universidad de San Pablo (Brasil) y la de Roma. Murió en Italia en 1970. Otros 
libros suyos son: Sentimiento del tiempo y El dolor.
1- Dénos su parecer.
Si 
les doy mi parecer/ me quedaré sin el mismo/ atisbando hacia un abismo/ donde 
nada he de saber.// ¿Qué motiva que pregunten/ por pareceres ajenos,/ siendo los 
suyos buenos,// como los de Sztrumpfengüntenn?// He aquí que esta respuesta/ 
finalmente no responde/ sino que más bien esconde/ (y mi intención no era 
ésta),// entonces llegando aquí/ al final de un mail boludo// les confieso (y es 
al ñudo):// mi parecer es que sí.
Isztván Karl Béhstork
Y... 
me parece que sí. ¿No?
Fernando Chamorro
Algunos dicen que me parezco a Pachu, de Videomatch, sobre todo cuando me río. 
Una vez una señora me confundió con Fernán Mirás, me dijo: "¿vos no sos el de 
Tanguito Feroz?", pero creo que a él no me parezco nada, en esa época yo tenía 
pelo largo y la mujer cataratas.
Ezequiel Chaio
Vengo de verlo muerto. Ale me pidió que lo llevara y accedí. Miren que ver su 
primer muerto a los diez años y que sea el vecino de veinte... Lo mataron anoche 
de doce tiros, por la espalda. Nos enteramos hoy por el noticiero y fíjense 
que vivía al ladito, nomás. Se lo veía bien, la imagen era nítida pese a la 
oscuridad reinante. Dijeron que era "un ajuste de cuentas", que andaba en la 
droga. Tres novias lloraban rodeando el cajón como tres viudas vírgenes. Pero 
había jerarquía, se notaba. Norma, era la principal sin ninguna duda, fue la que 
lo vio morir y por sus gritos le gatillaron a ella también, pero el cargador 
estaba vacío, más la premura en el escape del asesino, hicieron el resto. Romeo 
y Julieta del barrio y todos los vecinos llorábamos desde la platea callejera. 
En el rezo del rosario de despedida, el calor nos hacía lagrimear el sudor de la 
tarde de verano tropical de una manera que le hacía justicia al muerto. Los Ave 
Marías y los Padres Nuestros eran una letanía mecánica frente al cadáver que se 
mostraba como exquisito anfitrión. La gente parecía sincera en el dolor y en el 
rezo, también en creer en la misericordia de Dios y el Purgatorio que el cura le 
destinaba, con la infinita gracia del Señor para que tuviera en sus manos el 
alma del pecador. De regreso en casa, Ale dijo que era al último velorio que iba 
en su vida, que ni siquiera al de él iba a ir. Le contesté que al entierro de 
uno, uno siempre falta... o sobra. Por lo menos, ese es mi parecer.
Diana Cegelnicki
Hay 
un río más limpio. Está corriendo debajo de nuestros pies. Para verlo tenés que 
ser gota.
Lauta
Recetas de cosas ricas:
http://www.mundorecetas.com/acomer/gastrorecetas/index.htm
¿Por 
qué no hacés algo con respecto al exceso de calor, Mariano Valcarce, Soporte 
Técnico? Copáte.
Carlos Carpintero.
A todos los que saben que los merecen. 
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