#23
-pasarela mortal-
"La moda es la madre de la muerte" Walter Benjamin.
PROSA 
| La moda 
| Georg Simmel |
DEFINICIÓN | O sea |
TURISMO | Muerte |
SE NECESITA...
CUALQUIERA | El tatuaje |
TALLER LITERARIO
ENLACES | Traductor |
ENCUESTA
GRAFFITTI
ETIMOLOGÍA | Agonía 
|
POEMAS | 
Y la muerte no tendrá dominio 
| Oh hazme una máscara 
| Dylan Thomas |
AGRADECIMIENTOS
SUSCRIPCIONES
La moda (fragmentos)
    
Cada forma esencial de la vida en la historia de nuestra especie ha supuesto, en 
su propio ámbito, una manera peculiar de conjugar el interés por la permanencia, 
la unidad y la igualdad con el interés por la variación, la particularidad y la 
singularidad. La moda es imitación de un modelo dado y proporciona así 
satisfacción a la necesidad de apoyo social; conduce al individuo al mismo 
camino por el que todos transitan y facilita una pauta general que hace de la 
conducta de cada uno un mero ejemplo de ella. Pero no menos satisfacción da a la 
necesidad de distinguirse, a la tendencia a la diferenciación, a contrastar y 
destacarse. Y si consigue esto último a través de la variación de sus 
contenidos, que es lo que individualiza a la moda de hoy frente a la de ayer y a 
la de mañana, aún más importante en este sentido es el hecho de que las modas 
son siempre modas de clase, de manera que las modas de la clase alta se 
diferencian de las de la clase inferior y son abandonadas en el momento en que 
esta última empieza a acceder a ellas. (...) Así la moda significa, de un lado, 
la inclusión en un grupo de iguales, la unidad de un círculo caracterizado por 
ella, y precisamente por eso el cierre de este grupo frente a los otros que se 
sitúan más abajo, la caracterización de éstos como no pertenecientes a aquel. 
Unir y diferenciar son las dos funciones básicas que se conjugan aquí de manera 
inextricable, de tal modo que cada una de ellas, aun siendo o por ser el 
contrapunto lógico de la otra, constituye la condición de su realización. (...)
    Las formas sociales, el vestido, los juicios estéticos, en 
una palabra, todo el estilo por medio del cual se expresa el hombre, se 
encuentra sometido a una constante mutación por la moda. Sin embargo la moda, 
esto es, la nueva moda, sólo afecta en este sentido a los estratos superiores. 
En cuanto los inferiores empiezan a apropiarse de la moda, traspasando así las 
fronteras establecidas por los superiores y rompiendo la homogeneidad de la 
pertenencia así simbolizada por estos, los estratos superiores se apartan de la 
moda en cuestión y acceden a una nueva con la que se diferencian otra vez de las 
amplias masas. El juego vuelve entonces a empezar. (...)
    El cambio de las modas señala la medida que alcanza el 
embotamiento de los estímulos nerviosos; cuánto más nerviosa es una época con 
mayor rapidez cambiarán las modas, porque la necesidad de los estímulos del 
contraste, uno de los soportes principales de todas las modas, corre pareja con 
el nivel de las energías nerviosas. (...) La enorme primacía que adquiere la 
moda en la cultura contemporánea -penetrando en territorios aún no hollados y en 
los ya poseídos desde mucho antes intensificándose, esto es, intensificando sin 
cesar el tempo de la variación- no es sino la concreción de un rasgo 
psicológico de la época. Nuestro ritmo interno exige cada vez períodos más 
breves en el cambio de las impresiones. O dicho de otro modo: el acento de los 
estímulos se desplaza de modo creciente desde su centro sustancial a su comienzo 
y a su final. Esta circunstancia se pone de manifiesto aun en los síntomas más 
mínimos, por ejemplo la sustitución cada vez más extendida del cigarro por el 
cigarrillo. Se hace asimismo patente en el ansia de viajar, que fracciona los 
años en un gran número de períodos breves y acentúa fuertemente los momentos de 
las despedidas y los recibimientos. El tempo 
"impaciente" específico de la vida moderna indica no sólo el ansia de un rápido 
cambio de los contenidos cualitativos de la vida, sino también la potencia que 
adquiere el atractivo formal de los límites, del comienzo y del final, del 
llegar y del irse. (...)
    La moda como tal no puede alcanzar a extenderse 
universalmente, brota para el individuo la satisfacción derivada de que si, por 
un lado, representa para él un elemento de distinción y realce, por otro se 
siente también interiormente apoyado no sólo por el conjunto que hace 
lo mismo, sino además por el que aspira a hacerlo. Esta misma 
configuración básica de la moda la convierte en la palestra ideal para aquellos 
individuos que carecen de íntima independencia y están siempre necesitados de 
apoyo, pero que por su orgullo precisan asimismo sobresalir, merecer atención, 
distinguirse. Se trata, en último término, de la misma constelación que lleva a 
algunos a considerar la dicha suprema el repetir las mismas banalidades que todo 
el mundo, extrayendo sin embargo de esa repetición la sensación de exhibir una 
agudeza que los eleva sobre la masa. Me refiero a las banalidades de tipo 
crítico, pesimista, paradójico. La moda eleva al insustancial ya que le hace 
representante de una colectividad, encarnación especial de un espíritu común. 
(...)
    El loco de la moda se caracteriza por llevar la tendencia de 
ésta más allá de la medida observada por los demás. Si se llevan los zapatos 
puntiagudos, los suyos acabarán en puntas de lanza; si están de moda los cuellos 
altos, los suyos le llegarán a las orejas; si la moda es asistir a conferencias 
científicas, no se lo encontrará en otro sitio. Consigue así un aire de total 
individualidad que, sin embargo, sólo estriba en la ampliación cuantitativa de 
elementos que cualitativamente son patrimonio del círculo respectivo. Va por 
delante de los demás, pero exactamente por su mismo camino. Pero en realidad 
cabe decir de él lo mismo que muchas veces puede decirse de la relación entre 
individuos y grupos: que el dirigente es, en el fondo, dirigido. (...)
    Es evidente que la misma combinación obtenida por la 
obediencia extrema a la moda se puede conseguir también por la oposición a ella. 
El antimoderno intencional adopta idéntico contenido que el loco de la moda, 
sólo que lo configura en una categoría diferente: aquél en la exageración, éste 
en la negación. Puede suceder incluso que en círculos enteros de una amplia 
sociedad se ponga de moda ir contra la moda, lo que constituye una de las más 
singulares complicaciones psicológico-sociales en la que, primero, el impulso a 
la distinción individual se satisface con una mera inversión del mimetismo 
social, y luego, a su vez, obtiene fuerza apoyándose en un círculo restringido 
caracterizado del mismo modo. Una asociación de los enemigos de toda asociación 
no sería lógicamente más imposible ni psicológicamente más posible que este 
fenómeno. Resulta así en ocasiones completamente inextricable si en el complejo 
de causas de ese antimodernismo detenta la primacía el elemento de la fortaleza 
o el de la debilidad. Puede derivarse de la necesidad de no tener nada en común 
con la masa, una necesidad que por supuesto no supone independencia de la masa, 
pero sí una actitud íntima soberana sobre ella; pero puede también estar 
relacionado con una sensibilidad quebradiza cuando el individuo teme no poder 
preservar su poquito de individualidad en el caso de que se someta a las formas, 
los gustos y las leyes de la colectividad. (...)
    La forma de vida conforme a la moda extrae su carácter de la 
destrucción de cualquier contenido anterior, y posee una peculiar homogeneidad 
en la que resultan inseparables la satisfacción del impulso destructor y el 
impulso a acceder a contenidos positivos.  
Georg Simmel nació en 1858 en Berlín y murió en Estrasburgo en 1918. Sociólogo, crítico de la psicología histórica, historiador de la filosofía, ejerció la docencia e influyó en los intelectuales de su generación. De su obra cabe destacar Filosofía del dinero, Kant, Sociología y Sobre la aventura y otros ensayos, de donde arrancamos estos fragmentos. Recomendamos este último libro con fervor.
O sea: Muletilla de significado impreciso, contemporánea a ¿Viste?, muy difundida en Buenos Aires, c. 1970. "Vi la cola de La herencia de los Ferramonti. O sea, por la cola nomás no podés saber si una película es gran cosa". (Varios autores, Lo mejor de nuestra crítica cientificista, Buenos Aires, 1980.
Vuelve a la carga el Diccionario del argentino exquisito, de Adolfo Bioy Casares (o ABC, para la crítica).
TURISMO |Muerte|
En 
portugués: morte
En francés: mort
En inglés: death
En alemán: Tod
En checo: smrt
En turco: ölüm
En irlandés: éag
En sueco: dödsfall
En latín: mors
En esperanto: morto
En italiano: morte
SE NECESITA...
Piropos originales y en lo posible de comprobada efectividad. Enviar a: niusleter@niusleter.com.ar. Desde ya, muchas gracias.
El tatuaje
    
Gracias a la civilización europea, el tatuaje tiende a desaparecer. A medida que 
los pueblos progresan, destierran la bárbara costumbre, antigua como la 
humanidad, de pintar y bordar la humana piel.
    Y sin embargo, el tatuaje persiste aún, no tan sólo entre los 
salvajes del Asia, el África y Oceanía, sí que también en las grandes metrópolis 
europeas; una especie de regresión atávica deja sentir su influjo hasta en las 
clases elevadas.
    El tatuaje se practica de tres diversas maneras: por 
incisión, por quemadura y por punción. Casi siempre entre los salvajes el 
tatuaje tiene por objeto diferenciar entre sí las tribus e individuos, y también 
dar a sus guerreros aspecto feroz, que aterrorice al enemigo.
    Los negros proceden generalmente por incisión. Dado el color 
oscuro de su epidermis, el tatuaje multicolor por punción apenas se notaría, y 
no vacilan en tallarse la piel, manteniendo abiertas las heridas por largo 
tiempo, merced al uso de fricciones irritantes, consiguiendo marcas horribles, 
repugnantes e indelebles, de color blanco, que adquieren las heridas al 
cicatrizar.
    Al Este de Nyanza, las mujeres se tatúan el pecho y la 
espalda. Los Wa-Nyoro, se dibujan dos líneas en la frente, para distinguirse de 
las tribus vecinas. Los Bari se tatúan con dibujos geométricos y teñidos de 
diversos colores.
    En Etiopía, las tribus de los Bertha y la de los Lega, se 
tiñen de rojo la cara, los hombres; y las mujeres se provocan pústulas para 
quedar señaladas como por la viruela, ¡el 
colmo de la coquetería!
    Por un extraño capricho de la moda, en el bajo Niger, las 
clases superiores se arrancan la piel de la frente y la rebaten sobre los ojos, 
formando una especie de bolas o pólipos escalonados.
    En Birmania, los criminales reincidentes son marcados con 
tatuajes, figurando esposas y cadenas.
    En Haití el tatuaje ha llegado a la perfección como arte 
ornamental.
    Los Maoris, raza antigua y guerrera de las islas Polinesias, 
son eximios artistas, y consiguen dar a los rostros de sus guerreros expresión 
terrible e imponente.
    En Nueva Zelandia, el tatuaje es el distintivo de la nobleza, 
el blasón que distingue las familias.
    De todos modos, sea como quiere, grosero o artístico, el 
tatuaje es una manifestación de inferioridad, y tan sólo está admitido entre los 
pueblos más salvajes o de civilización rudimentaria.
Mario Roso de Luna en Titanes de lo extravagante y raro, Ed. Anaconda, Bs. As., 1946.
Encuentros semanales de lectura y escritura.
Coordinan: Alejandro Güerri - Fernando Aíta.
Más información: acá
Consultas: niusleter@niusleter.com.ar
Traductor multilingüe:
http://www.logos.it/new_dictionary/index_en.html
1- Personifiquemos a la muerte (una mujer muy flaca, vestida de negro) y supongamos que, antes de llevárselo/a vaya a saber dónde, quiere escuchar una melodía, ¿qué le cantaría?
2- Digamos que la muerte es un momento de transición, ¿qué le gustaría que siguiera?
3- ¿Con qué moda recuerda haberse sentido a gusto?
4- ¿Qué pondría de moda (considerando que ha de ser fugaz, como casi todo)?
"Descolonizar es descubrir América". Visto en Dorrego al 600 (Chacarita) por Carl¡t@.
"Votá lo q´puedas. Construí lo q´quieras. Mondongo Presidente". En El Salvador y Thames (Palermo Viejo).
AGONÍA, mediados del siglo XV. Tomado del latín agonia, y griego agonía 'lucha', 'angustia', derivado de agón 'reunión', 'lucha'.
DERIVADOS. 
Agónico, hacia 1900. Agonístico. Agonizar, 1588. 
Antagonista, hacia 1625, tomado del latín antagonista, y griego 
antagonistés 
'el que lucha contra alguien'; antagonismo; antagónico.
COMPUESTOS. Protagonista, de los griegos prôtos 
'primero' y agonistés 'actor'.
Y la muerte no tendrá dominio
Y la 
muerte no tendrá dominio.
Los hombres desnudos serán uno
Con el hombre en el viento y la luna poniente;
Cuando sus huesos queden limpios y los limpios huesos idos,
Ellos tendrán estrellas en el codo y el pie;
Aunque se vuelvan locos serán cuerdos;
Aunque se hundan en el mar surgirán de nuevo;
Aunque los amantes se pierdan, el amor no;
Y la muerte no tendrá dominio.
Y la 
muerte no tendrá dominio.
Bajo los remolinos del mar
Los que yacen hace tiempo no morirán en torbellinos;
Retorciéndose en torturas cuando los nervios ceden,
Atados a una rueda, mas no se romperán;
La fe en sus manos se partirá en dos,
Y los males unicornes han de atravesarlos;
Rotos todos los cabos ellos no se quebrarán;
Y la muerte no tendrá dominio.
Y la 
muerte no tendrá dominio.
Pueden nunca más las gaviotas gritar en sus oídos
O las olas romper fuerte sobre las playas;
Donde alentó una flor puede una flor ya nunca
Alzar su cabeza a los golpes de la lluvia;
Aunque ellos estén locos y muertos como clavos,
Las cabezas de los caracteres martillar a través de margaritas;
Irrumpir al sol hasta que el sol se rompa,
Y la muerte no tendrá dominio.
Oh hazme una máscara
Oh 
hazme una máscara y una pared que cierre a tus espías
De los agudos ojos esmaltados y de las garras con lentes
El ultraje y la rebelión en los semilleros de mi rostro,
Mordaza de árbol enmudecido para bloquear a los desnudos enemigos
La lengua de bayoneta en esta oración indefensa,
La presente boca, y la dulcemente soplada trompeta de mentiras,
Moldeada en vieja armadura y roble la expresión de un tonto
Para escudar el cerebro brillante y embotar a los indagadores,
Y manchado de lágrimas un dolor viudo caído de las pestañas
Para velar la belladona y dejar que los ojos secos perciban
Que otros traicionan las quejosas mentiras de sus pérdidas
Con la curva de la boca desnuda o la risa solapada.
Dylan Thomas nació en Swansea, Gales, el 27 de octubre de 1914. Emigró joven a Londres, donde también joven publicó su primer libro de poemas, intitulado Dieciocho poemas (1934). Fue gionista de documentales y comentarista de radio para la BBC. Otras obras suyas son: Muertes y entradas, En el sueño campestre, Veinticinco poemas y El mapa del amor; unas notas autobiográficas, Retrato del artista cachorro y Aventuras en el tráfico de pieles también en prosa; y la obra de teatro para voces Bajo el bosque lácteo. Falleció en Nueva York en 1953, tras ingerir dieciocho güisquis y una que otra pastilla.
No 
puede ser que en el siglo XXI la gente se siga matando por ideas en las que no 
piensa: tenés que hacer algo al respecto, Mariano Valcarce, Soporte Técnico.
A quienes respondieron a la encuesta mentalmente, y a quienes nos contestaron 
por escrito.
Diana Aisemberg, Martín Sanchez, Julieta Estades, Juan Maldonado, Carlos 
Carpintero, Sebastián García Posse, Beatriz Vignoli, María Eugenia Pérez, por 
sus respuestas inteligentes y puntuales.
Fernando Chamorro, Diana Cegelnicki, por su creativa concisión.
A quienes hace tiempo vienen leyendo Ñusleter, y todavía no se hartan.
A quienes recientemente se sumaron a este encuentro semanal de lecturas.
A quienes nos hacen poner colorados con elogios, y a quienes con certeras 
críticas.
Si no desea recibir Ñusleter envíenos un mensaje electrónico con asunto "Ya Estoy Harto" a niusleter@niusleter.com.ar
Si desea recibir Ñusleter envíenos un mensaje electrónico con asunto "Yo También Quiero" a niusleter@niusleter.com.ar
MÁS ÑUSLETER EN:
http://www.niusleter.com.ar