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                                - 2 4 h s -


CUALQUIERA

Escritos curiosos de variada procedencia:

CLÍNICOS            DE LA LENGUA            RECETARIO            TESTIMONIAL


CON HISTORIA

~ | Del club extranjero al club criollo |
~ | En la puerta de la cueva |
~ | Ballenatos |
~ |
Cruzadas |
~ | Pedido de vino |
~| Las doce hazañas de Hércules |
~ |
La magnífica historia del juego de pelota |
~ | Rebelde |
~ | La Kleksografía |
~ | Censores |
~ | Censo Municipal de Buenos Aires del año 1887 |
~ | Las máscaras |
~ | Serenos |
~ | Día de la secretaria |


 

~ Del club extranjero al club criollo

 

    En pleno gobierno de Juan Manuel de Rosas la comunidad inglesa fundó, el 24 de mayo de 1841, el Club de Residentes Extranjeros, el centro social más antiguo de Buenos Aires, que fue presidido por Thomas Duguid. Tenía conexiones con logias masónicas y la mayoría de sus asociados eran súbditos de su Majestad Británica y algunos comerciantes franceses, quienes concurrían a su sede para leer las principales publicaciones europeas, tomar unas copas, sostener algunas partidas de billar, cartas, dominó o ajedrez y estrechar vínculos amistosos que después se proyectaban al ámbito de los negocios.

    Antes de que transcurrieran tres meses de la batalla de Caseros, la élite liberal argentina, por intermedio de cincuenta y seis vecinos caracterizados de la ciudad, puso las bases -donde comenzaba la calle Perú- del Club del Progreso, que se fundó el 25 de mayo de 1852.

    Entre los socios fundadores figuraban Mariano Varela, Felipe Llavallol, Delfín Huergo, Miguel Cané, José Mármol, Rufino de Elizalde, Bernabé Ocampo, Juan Martín Estrada y otros. Diego de Alvear -hijo del triunfador en Ituzaingó- fue su primer presidente y en su casa se efectuaron las reuniones previas a su creación.

    Los estatutos daban una clara idea de los objetivos del club: "Desenvolver el espíritu de asociación, con la reunión diaria de los caballeros más respetables tanto nacionales como extranjeros; borrar prevenciones infundadas, creadas por el aislamiento y la desconfianza, uniformando en lo posible las opiniones políticas por medio de la discusión deliberada, y mancomunar los esfuerzos de todos hacia el progreso moral y material del país".
    En sus salones se gestaron las revoluciones de 1880 y 1890; fue un permanente factor de presión sobre el gobierno y en él se prepararon proyectos de leyes, incluso el reglamento de la Bolsa. Cuatro presidentes de la República (Manuel Quintana, Luis Sáenz Peña, Carlos Pellegrini y Roque Sáenz Peña) estuvieron previamente al frente del Club del Progreso, y Leandro Alem se suicidó frente a sus puertas.

    Un grupo de disidentes, integrado por Roque Pérez, Federico Pinedo, Bernardo de Irigoyen, fundaron el Club del Plata, instalando su sede en Victoria (actual H. Yrigoyen) y Chacabuco. A muy poca distancia abrió sus puertas la confitería "Los Dos Chinos" para atender las reuniones sociales de la zona, en la que estaban distribuidas las residencias de las familias de Estrada, Peña, Anchorena Atucha y en sus adyacencias las de los Unzué, Dorrego Lezica, Rufino Elizalde, Zuberbühler. Más adelante, algunos de sus socios crearían el Jockey Club y el Círculo de Armas. La aletargada sociedad porteña del siglo XIX desplazaba decididamente los entretenimientos de origen español o campero, adoptando el estilo de sociabilidad europea. El exhibicionismo de los salones fue reemplazando a los paseos por el Parque Argentino, por el Retiro, la atracción de los candombes morenos o las carreras de sortijas, que fueron cayendo en el olvido.

    El ocio adquirió decididos ribetes de categoría social, siempre enmarcados -como correspondía- en determinados centros, patrimonio de unos pocos. Llegar a integrar un club exclusivo era como acceder al Olimpo político, al Parnaso criollo, a la civilización. Pero se trataba de algo más, era obtener un aura impalpable cuyo prestigio provocaba en las fortunas argentinas, con olor a campo y ganado, una mudanza hacia las relucientes, limpias y asépticas libras esterlinas.
 
Tomado de Buenos Aires se divierte, Oscar A. Troncoso, colección La Historia Popular, CEAL, Buenos Aires, 1971. 

 


~ En la puerta de la cueva

    Penetrar en la vida de un pícaro, aquí en Buenos Aires, o, mejor dicho, en lo que en lenguaje de ladrones y gente maleante se llama mundo lunfardo, es tan difícil como escribir en el aire.
    Aquí se vive a ciegas, con respecto a todo aquello que pueda servir para dar luz sobre un hombre: la policía, para desempeñar su misión, tiene que hacer prodigios, y parece imposible que obtenga los resultados que obtiene, dada la clase de gente en que las circunstancias la obligan a reclutar su personal subalterno y el medio en que actúa.
    Las policías de Londres, París y Nueva York, dotadas de mil recursos preciosos, no tiene nada de extraño que puedan encontrar un delincuente dos horas después de haber cometido el delito: lo admirable sería que pudiesen hacerlo aquí.
    Quisiera ver a esos graves policemen de que nos hablan los libros, en este escenario, en que no existen registros de vecindad, en que se ignora el movimiento de la población, en que la entrada y salida de extranjeros es un secreto para las autoridades, en que uno puede ser casado diez veces, tener quince domicilios, mil nombres distintos y quinientas profesiones diferentes, y todo en la mayor reserva, no digo para la autoridad, sino para los hijos, la esposa, los hermanos y hasta los vecinos, por más curiosos que sean.
    Aquí nos hemos ocupado del adoquinado y rectificación de calles, de formación de paseos, de obras de higiene convencional y de todo aquello que luce a primera vista; pero respecto a organización social, a medios de conocernos y controlar nuestros actos todos los convecinos, vivimos como en tiempo del coloniaje.
    ¿Por qué no se ha establecido el registro de vecindad y todos sus derivados?
    ¡Que lo diga la Municipalidad, que tiene encarpetadas las notas en que se lo han pedido todos los jefes de policía habidos hasta hoy!
    Viviéndose como se vive aquí, un pillo anda a sus anchas, hasta que un mal paso, demasiado claro, lo pone bajo los ojos de la policía, que es andariega y husmeadora, y que si no lo fuera –de lo cual Dios nos libre y nos guarde– no faltaría quien le robara a uno hasta los pelos de la nariz sin que sintiese cuándo se los arrancaban.
    Y caer bajo los ojos de un empleado de policía es lo mismo que caer bajo los de toda la repartición, pues unos a los otros se van enseñando el mal hombre –cuya filiación, nombre y costumbres, si no se inscriben en un registro, quedan sin embargo grabadas en la memoria de quienes no lo olvidarán jamás y serán capaces de encontrarlo más tarde, aunque se transforme en pulga.
    Los lunfardos dicen, con ese motivo, cuando dan con algún agente que aún tiene paciencia para oírles sus disculpas y lamentos:
    –¡Vea, señor!... ¡Más vale ser caballo de tramway que pillo conocido!

Ellos

    Entre los lunfardos hay cinco grandes familias: los punguistas, o limpiabolsillos; los escruchantes, o abridores de puertas; los que dan la caramayolí o la biaba, o sea los asaltantes; los que cuentan el cuento, o hacen el scruscho, vulgarmente llamados estafadores, y, finalmente, los que reúnen en su honorable persona las habilidades de cada especie: estos estuches son conocidos por de las cuatro armas.
    Más vale toparse con el diablo que con uno de estos príncipes de la uña, de los cuales Buenos Aires cuenta más de un ejemplar.

    Ellos son, generalmente, los que educan y forman los muchachos, esmerándose en aquellos que revelan mejores facultades: son los que dirigen los golpes de importancia; los que dan el cebo, o sea el dinero necesario para realizar el robo, que hasta para eso se precisa plata, dada la situación a que ha llegado el mundo; en fin, son los grandes dignatarios de su orden. Cada especie tiene su fisonomía especial, sus costumbres propias y su manera de ejecutar un trabajo, por más que todas tengan siempre un punto de contacto, menos el punguista, que es siempre el empresario de sí mismo.

Estas lecturas pertenecen al libro Memorias de un vigilante (1897) de Fray Mocho



~ Ballenatos

 

    Las ballenas dejan chicos a canarios y ruiseñores; no solamente en lo que se refiere al tamaño sino también en materia de música. Son talentosas compositoras, tienen solistas, dúos y coros.

    Las misteriosas "canciones" submarinas de las ballenas "jorobada" podrían indicar que esos enormes y mansos mamíferos son talentosos compositores con gran capacidad mental, opinó hoy un experto en biología marina.

    El experto, Roger Payne, dijo que las ballenas "jorobadas" son la única especie que puede emitir frases complejas y repetidas de lo que él dice son sus canciones. Añadió que ellas constantemente cambian sus tonadas agregándoles nuevas melodías.
    "No se conoce otro animal, además del hombre, en que ocurra este extraño y complicado comportamiento, y no tenemos ideas de qué lo provoca", dijo Payne en una conferencia en la Sociedad Nacional de Geografía.
    A diferencia de los breves estridentes cantos de los pájaros, las "canciones" de las ballenas varían mucho en tono y duran hasta 30 minutos. El biólogo explicó que el repertorio de las ballenas va desde retumbantes tonos bajos hasta estridentes sonidos agudos. Reveló que los micrófonos colocados donde ellas se agrupan, a veces recogen dúos, tríos y hasta coros de canciones.
    "Hasta ahora el estudio de los cantos de las ballenas nos ha proporcionado nuestras mejores observaciones sobre su capacidad", dijo Payne.

 

En Lo insólito de este y otros mundos, Nº 31, 1978.

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~ Cruzadas

 

¿Sabe usted que...

 

 

    ...en 1095 fue decidida la I Cruzada por Urbano II y predicada por Pedro el Ermitaño y Gautier el Pobre, y que estos condujeron a unas primeras expediciones de campesinos, que resultaron diezmadas? [...]


 

Tomado de H. Laming, Las Cruzadas en 25.000 palabras (Para el hombre que tiene prisa), Editorial Bruguera, Barcelona, 1975. 

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~ Pedido de vino

 


    Bodega Vieja Abadía MENDOZA
    Muy señores nuestros:
 

    Ruego a Uds. tengan a bien enviarme por carga F. C. N. G. S. M., 30 barriles de vino de su cosecha, particularmente de los años 1965 y 1967, esperando me coticen a los precios más bajos posibles.
    Caso de no poderme servir todo el pedido hasta dentro de quince días, desearía me enviaran Uds. inmediatamente dos barriles por encomienda, para atender el consumo actual de mi clientela.
    En espera de sus noticias sobre el particular, me es grato saludarles muy atentamente.
 

                                                                        "EL ALMACÉN SUIZO" 



Tomado (hic) de El corresponsal moderno, Academias Pitman, Buenos Aires, 1970.

 

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~ Las doce hazañas de Hércules

    Preparativos
    Perucho explicó al vizconde sus planes para un nuevo viaje por los tiempos de la Grecia Antigua. "Vamos nosotros tres: yo, tú y Emilia."
    -¿Ya conoce Emilia el proyecto?
    -Ya lo sabe y está atropellando a su tía Anastasia para que le prepare una nueva canastita. Dice que de esta vez va a completar su museo con mil cosas griegas.
    El vizconde suspiró. Siempre que Emilia acordaba viajar con canasta, él resultaba encargado de todo: de llevarla sobre la espalda, de vigilarla. Y si desapareciera algo, allá venía aquella terrible amenaza de "desplumarlo", es decir, arrancarle las piernas y los brazos.
    -¿Qué cantidad de polvo necesitas? -preguntó el vizconde.
    -Un canuto bien lleno.
    El polvo de pirlimpimpín era llevado en un canuto de caña, bien asegurado a la cintura del chico. Él tomaba toda clase de precauciones para no perder el precioso canutito, pues de lo contrario no podrían volver jamás. Pero como en aventuras de riesgo hay que contar con todo, el vizconde sugirió una idea dictada por la prudencia:
    -Lo mejor es que llevemos tres canutos: uno para ti, otro para mí y otro para Emilia. De esa manera vamos a estar tres veces más seguros. [...]

    Cerca de Nemea
   
La mañana del tercer día todo estaba listo para la partida. Perucho dio una pulgaradita de polvo a Emilia, otra al vizconde y contó: "¡una... dos... TRES!" A la voz de tres todos llevaron a la nariz la dosis recibida, la aspiraron al mismo tiempo y sobrevino el ¡fium!
    Instantes después Perucho, el vizconde y Emilia despertaban en la Grecia Heroica. En las proximidades de Nemea, donde habían planeado ir, ya que la primera hazaña de Hércules iba a ser su lucha contra el León de Nemea.
    El polvo del pirlimpimpín causaba la pérdida total de los sentidos y después del desmayo se presentaba una especie de mareo del que los viajeros salían lentamente. En aquella oportunidad fue Emilia la primera en hablar.
    -Comienzo a ver Grecia, pero todo muy confuso aún... Me parece que hemos aterrizado en un pomar...
    También Perucho vio árboles en derredor. Se frotó los ojos. Dejó que pasaran unos segundos más. Después:
    -No es un pomar, Emilia, sino un olivar. Grecia es el país de los olivos, esos árboles que dan las aceitunas. Y parece que estos olivos están cargados.
    Instantes después los tres se encontraban ya en estado normal. El vizconde se había sentado sobre la canastita de Emilia, la cual no separaba los ojos de los árboles.
    -¡Están maduras, Perucho!
    -¿Por qué no llenás la bolsa?
    Las criaturas humanas son como los automóviles. No andan sin comer cualquier cosa. Los automóviles beben gasolina en las bombas; la gente mastica lo que encuentra. [...]

Monteiro Lobato en Las doce hazañas de Hércules, Editorial Acteón, Buenos Aires, 1946.

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~ La magnífica historia del juego de pelota

    [...] De todas las formas que uno se imagina para utilizar una pelota, el juego de  pelota es, sin duda, la más ingeniosa, la más sabia, la más difícil, la que exige mayor número de cualidades diversas, desde la fuerza hasta la destreza, desde el criterio hasta la prontitud. Esto no impide que sea también una de las más antiguas, ya que todo parece concordar para convencernos que el juego de pelota, como muchas otras riquezas, flores, pastelerías, cortesías, ha venido de Oriente a Europa, y que el juego de "tchigan" que se jugaba en Persia con una pelota y raquetas con cuerdas, se encuentre en el origen del juego moderno que se denominó primeramente en francés, con un término casi igual: "chicane", y se sabe, por otra parte, que la palabra "raqueta" viene del árabe "rahat", que significa la palma de la mano.
    Fué la invasión de los sarracenos en el Sur de Europa lo que nos trajo la palabra y el objeto, y este juego puede por consiguiente jactarse de una larga carrera. De Francia fué transportado a Inglaterra, contrariamente a lo que hoy podría creerse, y la prueba está en el hecho de que las particularidades del local donde se juega a la pelota llevan todavía en Inglaterra nombres franceses. [...]
    Es verdad que el juego de pelota le costó a Francia tres reyes: Luis X y Francisco II, que murieron después de haber jugado, y el infortunado Carlos VIII, que se golpeó la frente contra una viga, que todavía muestran en el castillo de Ambroise, por haber querido ir apresuradamente al juego de pelota.[...]
    Formaba parte de la práctica corriente de la vida, y su auge hacía nacer iniciativas de las cuales nuestra época deportiva no conoce equivalente. ¿Puede uno imaginarse que la municipalidad de Orleans llegase hasta hacer construir una cancha de pelota flotante para Francisco I, cuando este rey se trasladó por el Loira de Gien a Orleans? [...]
    Durante todo el siglo XVII y hasta parte del XVIII, las verdaderas salas de espectáculos en la mayor parte de las ciudades de provincia de Francia, y hasta en París, no fueron sino canchas de pelota. Sólo éstas ofrecían un espacio suficientemente grande, cerrado y cubierto, que pudiera adaptarse a las representaciones. [...] y en esta vinculación hay que ver la razón por la cual los teatros en Francia, aun los que no han sido construídos para el juego de pelota, presentan la forma rectangular de las canchas, en lugar de la forma semicircular de los teatros de Italia e Inglaterra. [...]


G. Jean Aubrey
en Titanes de lo extravagante y raro, Ed. Anaconda, Bs. As., 1946.

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~ Rebelde

 

    Los primeros paraguas registrados como tales en la historia son de 1637 y figuran en el inventario de efectos personales dentro de la familia de Luis XIII, rey de Francia. En los dos siglos siguientes el paraguas fue considerado como un utensilio estrictamente femenino, quizás por derivar de la sombrilla o quizás porque era un accesorio para cuidar los complicados accesorios del cabello. Su peso habitual era cercano a los dos kilos, hasta que en 1852 Samuel Fox (de Yorkshire, Inglaterra) consiguió acoplar la tela impermeable y las varillas de acero plegables, creando un formato que se ha mantenido hasta hoy.

    Entre uno y otro extremo, algunos hombres se atrevieron a usar paraguas en público, pero fueron considerados audaces, extravagantes o afeminados. El adelantado en la materia fue el filántropo Jonas Hanway, en Londres, hacia 1750. Había vuelto de un largo viaje por Rusia y Persia, de donde trajo la innovación, pero durante unos treinta años no tuvo imitadores. Uno de sus biógrafos señala que Hanway “se vio obligado a sufrir los insultos de los cocheros y la crítica de las personas devotas, quienes sostenían que el hombre desafiaba el propósito celestial de la lluvia, que era empapar a la gente”.


Tomado de Segunda enciclopedia de datos útiles, Homero Alsina Thevenet, Ediciones de la Flor, 1987.


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~ La Kleksografía 

  ¿Quién de nosotros, en sus tiempos de colegial, no ha amenizado alguna vez las fastidiosas horas de estudio haciendo sobre un papel borrones de tinta que, doblado el pliego se transformaban en fantásticas composiciones? Cuando tal hacíamos, no podíamos imaginarnos que pertenecíamos al número de los kleksógrafos, entre los que han figurado verdaderas celebridades. 
    Una de estas celebridades, y acaso el creador de la kleksografía, o por lo menos el que le dio nombre, fue el poeta alemán Justino Kerner, que floreció en los primeros años del siglo XIX y fue uno de los maestros de la llamada escuela de Suavia.
    Un día que el tintero de Kerner se volcó sobre sus papeles, el poeta, al doblar éstos, descubrió que acababa de hacer una linda mariposa. Probó a obtener otros dibujos y a fuerza de práctica llegó a adquirir un verdadero talento. La kleksografía acababa de nacer. Todos los amigos de Kerner se apresuraron a practicarla y a propagarla. De todas partes de Alemania se pedían al poeta manchas de tinta los mismo que podrían habérsele pedido autógrafos, y los álbumes de las elegantes se convirtieron en pocos años en verdaderos depósitos de borrones. 
    El arte del kleksógrafo tiene el incentivo del misterio, pues se ha demostrado que es imposible de todo punto calcular de antemano el resultado de un borrón. Ni siquiera hay un artificio que permita producir un dibujo preconcebido. El manejo de la pluma, la habilidad profesional, podrán dar siempre combinaciones artísticas, pero el autor no sabrá jamás de antemano lo que va a salir en el pliegue del papel. Justino Kerner dio algunas reglas para llegar a ser un kleksógrafo.
    Ante todo, hay que extender la tinta con moderación, y no plegar el papel por ninguna mancha, porque en este caso la tinta correría por dentro del pliegue sin extenderse. De esta manera solamente se obtendrían los contornos de un objeto negro en el centro y pálido en los lados; es un procedimiento que sólo puede aplicarse para obtener arañas, escorpiones, langostas y cangrejos. El dibujo producido por la casualidad puede retocarse y completarse, bien con la pluma, bien con el pincel, y aun añadiendo nuevas manchas; pero hace falta seguir las indicaciones de lo que llama el poeta alemán "el espíritu de lo invisible". La casualidad es siempre la que debe guiarnos. Recuérdese el caso de aquel artista italiano de quien se habla en la "Vida de los mejores pintores, escultores y arquitectos" de Vasari. Este pintor, no acertando a representar un caballo con la boca llena de espuma, lleno de coraje arrojó la esponja sobre el lienzo para borrar su obra; por extraña casualidad, este movimiento instintivo le dio el resultado que apetecía; la esponja había extendido los colores de modo que el caballo aparecía con los labios inundados de espuma. 
    Kerner, el poeta alemán kleksografiaba también con café, pero los resultados nunca eran tan precisos porque esta bebida chorrea sin extenderse uniformemente. Otro célebre adepto de la kleksografía fue Víctor Hugo, que se complacía en transformar las manchas de tinta, ante los ojos de sus amigos, en paisajes, castillos o marinas de una extraña originalidad.
    Un día que el célebre escritor se hallaba terminando una cuartilla se le vertió encima un tintero. 
    Sus amigos se quedaron consternados, pero él con la mayor calma les dijo: "Van ustedes a ver qué bonito". Con el enorme manchón, acababa de hacer un dibujo fantástico que no hubiera desdeñado en firmar un artista de fama. 

Texto de Mario Roso de Luna, en Los titanes de lo extravagante y raro, Ediciones Anaconda, Buenos Aires, 1946.

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~  Censores

    El puesto de Censor fue instituido en Roma en el año 443 (a.C.), como derivación del censo, o sea el recuento y clasificación de los ciudadanos. Durante cuatro siglos los censores fueron magistrados que vigilaban la conducta de los romanos, llegando a la supervisión de obras teatrales, a los casos privados de adulterio y al uso intensivo de delatores. Su titular más famoso fue Catón el Censor (234-149 a.C.) quien combatió las influencias griegas, objetó el lujo y solicitó la guerra contra Cartago, además de escribir sobre medicina, leyes y ciencia militar. Siglos después, el inglés Thomas Bowdler (1754-1825) pasó a la historia por su empeño en “depurar” obras literarias, quitando todo lo que creyó inmoral de ellas. En 1818 editó así su Family Shakespeare, que disminuía los textos, haciéndolos aptos para la lectura por niños y adolescentes. Desde entonces, to bowdlerize fue en los diccionarios ingleses un equivalente al acto de limpiar de procacidad o erotismo cualquier obra literaria.
    Pero ni Catón ni Bowdler llegaron a los extremos del norteamericano Anthony Comstock (1844-1915) quien emprendió una campaña personal contra el vicio, el adulterio, los anticonceptivos, la prostitución y otros territorios afines. Tras obtener una ley en ese sentido (1873), Comstock asumió funciones policiales, abrió correspondencia privada, encarceló a sus opositores y recurrió con abundancia a diversas argucias ilegales para identificar y detener a los presuntos infractores. Fue abiertamente combatido por un agnóstico y liberal llamado D.
M. Bennett, pero a su vez Comstock consiguió enviar a Bennett dos veces a la cárcel: la segunda por haber vendido un folleto que no había escrito ni editado. Se atribuye a Comstock la reiterada jactancia sobre los hombres que había encarcelado y sobre las mujeres cuyo suicidio provocó, tras la amenaza de ventilar públicamente ciertos incidentes de adulterio que sólo Comstock y pocas otras personas pudieron conocer. En el diccionario inglés Webster's, la palabra comstockery está definida ahora como “preocupación mojigata por combatir la inmoralidad, especialmente en libros, periódicos y fotografías”.

Tipeado de Una enciclopedia de datos inútiles, Homero Alsina Thevenet, Ediciones de la Flor, 1986.

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~ Censo Municipal de Buenos Aires del año 1887

Defectos físicos

                        Argentinos                    Extranjeros
Defectos            Varones Hembras Total     Varones Hembras Total Total
                            a            b        c            d         e          f       c+f
Ciegos                    54        88        142        59        25        84      226
Cretinos                  19        23        42          11        12        23       65
Dementes               158        285     443         397      255      652
...  1095
Privados de una
o ambas piernas      147        55        202         298        69      367     569
Inválidos                79         15         94            65        12      77      171
Jorobados              15         15          30            39
       15       54       84
Mancos               
.119        9          128          130        8       138     266
Paralíticos               65        28          93            62       17       79     172
Sordos                   45        28          73            36        21       57     130
Sordo-mudos           57        33          90            61        20
       81     171
Tuertos                 101        83        184            211      47      258     442
Varios                    19          1          20            63         3        66      86
Totales                 878        663      1541        1432       504    1936    3477


Editado en 1889 por la Compañía Sudamericana de Billetes de Banco.
Reproducido en
Buenos Aires de la fundación a la angustia, Ediciones de la Flor, Bs. As., 1967.

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~ Las máscaras

    ¿Quién ha inventado las máscaras?
    La pregunta es ahora de oportunidad. Pero lo curioso es esto: que, probablemente, el carnaval y las máscaras, dos cosas que parecen unidas por íntima asociación de ideas, tienen origen absolutamente distinto.
    La invención de las máscaras se atribuye a Tespis, el legendario poeta griego, creador de la tragedia, que, improvisando un teatro ambulante desde la plataforma de su carro de viñatero, fué quizá el fundador del espectáculo escénico, el precursor del teatro moderno, con sus variadas manifestaciones artísticas, con todos sus lujos y refinamientos.
    El hecho es que los antiguos actores griegos estilaban el uso de la máscara, con la expresión esquemática de la risa, de la cólera o del desdén, según fuera la escena que les correspondía recitar. Como los teatros griegos eran muy amplios, los actores usaban calzados especiales para aumentar su estatura y producir mayor efecto en el público: esos calzados eran el coturno y el borceguí.
    En cuanto al Carnaval, desciende directamente de las lupercales, de las saturnales y bacanales, fiestas licenciosas de la antigua Roma, días de locura y de excesos, en que desaparecían en el desorden común todas diferencias de casta, de dignidad, de fortuna. El mismo cristianismo tuvo que transigir con esa, como con otras costumbres.Y el Carnaval fue el resultado de esa transacción, tan licencioso como antes, a pesar de los esfuerzos de la ley religiosa para contenerlo, y limitar sus desmanes y su duración. A pesar de todo, el gusto por las fiestas de carnestolendas llegó a cundir tanto, que, mediante privilegios especiales, hubo ciudades que lograron alargar su período. El carnaval de Venecia, célebre en todo el mundo hasta el siglo XVIII, en cierta época duró más de seis meses, y llevar la máscara era costumbre ordinaria en la Venecia de entonces, llena de intrigas políticas y galantes.(...)

Jesús M. Jauret en Titanes de lo extravagante y raro, Ed. Anaconda, Bs. As., 1946.

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~ Serenos

    -Obligaciones que deben llenar:
    Art. 3: Su sueldo será mensualmente de 100 pesos, y cinco se le abonarán por la luz del farol, siendo de su cuenta la conservación y entretenimiento de éste, así como de la pistola y demás útiles que se le entreguen.
    Art. 5: El servicio principiará en primavera y otoño á las 10 de la noche, á las 11 en verano y á las 9 en invierno, concluyendo al cañonazo del alba.
    Art. 6: Desde la hora dicha principiará á rondar el distrito que se le señala con marcha pausada sin detenerse a conversar en pulperías, casa o persona alguna, y sólo hará alto en las bocacalles, no escediendo éste de un cuarto de hora.
    Art. 7: Será su obligación primaria celar y vigilar el distrito que se le confíe, por ambas veredas de la calle, cuidando que su farol no se apague mientras dure su servicio.
    Art. 9: Cada media hora que suena la campana del reloj de la Casa de Justicia, cantará la hora y el tiempo que haga.
    Art. 17: Siempre que encuentre algún ebrio que pueda andar, será conducido de Sereno en Sereno á la Casa Central de Policía.
    Art. 18: Observará á toda persona o personas que se hagan sospechosas, ya sea por la posición en que se hallen ó la repetición de sus marchas; la interrogará, y no satisfecho, la conducirá de Sereno en Sereno á la Policía, comunicándose á los Serenos el motivo de su detención para dar el parte.
    Art. 19: Siempre que un Sereno tenga que interrogar á alguna persona, lo hará con expresiones urbanas y no usará jamás de la fuerza, sino cuando la circunstancia de defenderse lo exija, pues las armas que se le confían sólo servirán para protejer su persona y la de los que auxilie, recomendándole muy especialmente que cuando usare de ellas, tendrá que probar haber sido atacado.
    Art. 20: Es escepción del artículo anterior, la circunstancia de que un hombre en fuga precipitada no obedezca la voz del Sereno, pues en este caso podrá usar las armas con la prudencia posible.
    Art. 24: En el mero hecho de hacerse un robo en el distrito de un Sereno, será suspendido de su empleo hasta que se averigue el hecho y justifique no haber podido evitarlo.
    Art. 26: Si el robo se hubiere hecho violentando una puerta, el cargo se hará al Sereno que corresponda.


Francisco L. Romay
, Proyecto de Reglamento para los serenos de Buenos Aires, 1834.
En
Buenos Aires de la fundación a la angustia, Ediciones de la Flor, Bs. As., 1967.

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~  Día de la Secretaria

    Durante la segunda etapa de la Revolución Industrial iniciada en 1860, Christopher Sholes inventó la máquina de escribir. Su hija Lilian Sholes - probó el invento, convirtiéndose en la primera mujer que se presentó en público escribiendo a máquina.
    Lilian Sholes nació el 30 de Septiembre de 1850. En homenaje al centenario de su nacimiento, las empresas fabricantes de máquinas de escribir realizaban diversas conmemoraciones en esta fecha. Entre las actividades se destacó el concurso para elegir la mejor dactilógrafa.
    Estos concursos alcanzaron su éxito y se repitieron año a año en cada 30 de Septiembre. En ellos participaban muchas secretarias y ese fue el motivo por el cual se concibió el "Día de la Secretaria".
    En el mundo se ha ido propagando esta celebración y cada país, de acuerdo a la Asociaciones que reúnen a las Secretarias, se ha establecido una fecha para el festejo. 

Enviado por Silvina, a quien a su vez se lo enviaron "de una asociación de secretarias que hay acá en Buenos Aires con motivo de la celebración del día de la secretaria".

a Tope | 24hs
 


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