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N u s l e t e r


#90

-huella peri¨®dica de dispersi¨®n literaria-


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"Un eco de esos d¨ªas de placer, / un eco de esos d¨ªas lleg¨® hasta m¨ª."
Constantino Cavafy


ÍNDICE

ETIMOLOGÍA | Paso |

PROSA | La playa | Alain Robbe-Grillet |
DEFINICIÓN
Hacer |
TALLER LITERARIO | Pisadas |
ENCUESTA
POEMAS | Poema | A bordo de una barca... | Estando ocupado... | Po-Ch¨¹-I |
ENLACES | Fotos |
GRAFFITTI
AGRADECIMIENTOS

RESPUESTAS | Cartas |
SUSCRIPCIONES | C¨®pese |

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ETIMOLOGÍA

PASO, 1220-1250. Del lat¨ªn PASSUS, -US 'movimiento del pie cuando se va de una parte a otra', derivado de PANDERE 'extender'.
DERIVADOS. Pasear, 1444; paseo, 1605. Pasillo, 1737. Pasar, hacia 1140; paso, 1335, 'acci¨®n de pasar', 'lugar de paso'. Pasada, 1220-50. Pasadizo. Pasaje, 1309; pasajero, 1495. Pasante; pasant¨ªa. Pase, 1737. Antepasado. Compasar, 1220-50, 'medir con pasos', 'medir'; comp¨¢s, 1490, 'instrumento para medir desde un punto', 'medida, ritmo'. Propasarse, 1737. Repasar, 1607. Sobrepasar, del franc¨¦s surpasser. Traspasar, 1140.  COMPUESTOS. Pasacalle. Pasamano, 'baranda', 1505. Pasaporte, 1611, del franc¨¦s passeport, hacia 1520, propiamente 'pasa-puerto'. Pasatiempo, 1490.


PROSA

La playa

  
Tres niños caminan a lo largo de una playa. Avanzan, uno al lado del otro, llev¨¢ndose de la mano. Tienen sensiblemente la misma estatura, y sin duda tambi¨¦n la misma edad: una docena de años. El del medio, sin embargo, es un poco m¨¢s pequeño que los dos. 
    Aparte de estos tres niños, toda la larga playa est¨¢ desierta. Es una banda de arena bastante ancha, uniforme, desprovista de rocas aisladas como agujeros en el agua, inclinada apenas entre el acantilado abrupto, que parece sin salida, y el mar.
    Es un d¨ªa hermoso. El sol ilumina la arena amarilla con una luz violeta, vertical. En el cielo no hay una sola nube. Tampoco hay viento. El agua es azul, calma, sin la menor ondulaci¨®n que venga de mar adentro, aunque la playa se despliegue sobre mar abierto, hasta el horizonte.
    Pero a intervalos regulares, una ola s¨²bita, siempre la misma, nacida a algunos metros de la orilla, se infla bruscamente y rompe en seguida, siempre sobre la misma l¨ªnea. No se tiene la impresi¨®n de que el agua avance, y despu¨¦s se retire; es, al contrario, como si cada movimiento se ejecutara en su lugar. La hinchaz¨®n del agua produce primero una ligera depresi¨®n, del lado de la playa, y la ola retrocede un poco, con un rumor de roce de arenisca; despu¨¦s estalla y se expande, lechosa, sobre el declive, para volver a ganar el terreno perdido. Apenas si una subida m¨¢s fuerte, aqu¨ª y all¨¢, moja por un instante algunos dec¨ªmetros suplementarios.
    Y todo queda de nuevo inm¨®vil; el mar, liso y azul, exactamente detenido a la misma altura sobre la arena amarilla de la playa, en la que caminan uno al lado del otro tres niños. 
    Son rubios, casi del mismo color que la arena: la piel un poco m¨¢s oscura, el cabello un poco m¨¢s claro. Est¨¢n vestidos los tres de la misma manera, pantal¨®n corto y camisita, ambos de una gruesa tela de un azul desva¨ªdo. Caminan uno al lado del otro, llev¨¢ndose de la mano, en l¨ªnea recta, paralelamente al mar y paralelamente al acantilado, casi a igual distancia de ambos, aunque un poco m¨¢s cerca del agua. El sol, en el cenit, no proyecta ninguna sombra a sus pies.     
    Ante ellos la arena es enteramente virgen, amarilla y lisa desde el acantilado hasta el agua. Los niños avanzan en l¨ªnea recta, a una velocidad regular, sin producir el menor cambio en ella, tranquilos y llev¨¢ndose de la mano. Detr¨¢s de ellos la arena, apenas h¨²meda, marcada por tres l¨ªneas de huellas dejadas por sus pies desnudos, tres sucesiones regulares de huellas semejantes e igualmente espaciadas, bien cavadas, sin rebordes. 
    Los niños miran derecho ante ellos. No echan siquiera una mirada hacia el alto acantilado, sobre su izquierda, ni hacia el mar cuyas olitas rompen peri¨®dicamente, sobre el otro lado. Menos todav¨ªa se vuelven, para contemplar detr¨¢s de ellos la distancia recorrida. Prosiguen su camino, con un paso igual y r¨¢pido. 
   
Ante ellos, una bandada de p¨¢jaros del mar zanquea en la orilla, justo en el l¨ªmite de las olas. Progresan paralelamente a la marcha de los niños, en el mismo sentido que ellos, a un centenar de metros aproximadamente. Pero como los p¨¢jaros van mucho menos r¨¢pido, los niños se aproximan a ellos. Y mientras el mar borra los trazos de las patas estrelladas a medida que se imprimen, los pasos de los niños permanecen inscriptos con nitidez en la arena apenas h¨²meda, donde las tres l¨ªneas de huellas contin¨²an alarg¨¢ndose. 
    La profundidad de estas huellas es constante: cerca de dos cent¨ªmetros. No est¨¢n deformadas por el hundimiento de los bordes ni por un hueco demasiado grande del tal¨®n o de la punta. Parecen recortadas de un modo incisivo sobre una capa superficial, m¨¢s m¨®vil, del terreno. 
    Su triple l¨ªnea se desarrolla as¨ª cada vez m¨¢s lejos, y parece al mismo tiempo disminuir, retardarse, fundirse en un solo trazo que separa la playa en dos bandas, en toda su longitud, y que termina en un menudo movimiento mec¨¢nico, como ejecutado siempre en el mismo lugar: el descenso y el ascenso alternado de seis pies desnudos.
    Sin embargo a medida que los pies desnudos se alejan, se aproximan a los p¨¢jaros. No solamente ganan terreno r¨¢pidamente, sino que la distancia relativa que separa a los dos grupos disminuye todav¨ªa mucho m¨¢s r¨¢pido, en comparaci¨®n al camino ya recorrido. Pronto no hay m¨¢s que algunos pasos entre ellos...
    Pero cuando los niños parecen estar al fin por alcanzar a los p¨¢jaros, ¨¦stos sacuden de pronto las alas y vuelan, uno primero, despu¨¦s dos, despu¨¦s diez... Y toda la bandada, blanca y gris, describe una curva por encima del mar para regresar a asentarse sobre la arena y volver a zanquear, siempre en el mismo sentido, sobre el l¨ªmite de las olas, aproximadamente a una centena de metros. 
    A esta distancia, los movimientos del agua son casi imperceptibles, a no ser por un cambio s¨²bito de color, cada diez segundos, en el momento en que la espuma destellante brilla al sol. 
    Sin ocuparse de las huellas que contin¨²an trazando, con precisi¨®n, en la arena virgen, ni de las olitas a su derecha, ni de los p¨¢jaros, que por momentos vuelan y por momentos caminan, precedi¨¦ndolos, los niños rubios avanzan uno al lado del otro, con un paso igual y r¨¢pido, llev¨¢ndose de la mano. 
    Sus tres rostros bronceados, m¨¢s oscurecidos que sus cabellos, se parecen. La expresi¨®n es la misma: seria, reflexiva, posiblemente preocupada. Sus rasgos son tambi¨¦n id¨¦nticos, aunque, visiblemente, dos de los niños son varones y la tercera una niña. Los cabellos de la niña son apenas un poco m¨¢s largos, un poco m¨¢s ondeados, y sus miembros apenas un poco m¨¢s gr¨¢ciles. Pero la ropa es enteramente la misma: pantal¨®n corto y camisita, uno y otra de una gruesa tela de azul deslavado. 
    La niña se encuentra en el extremo derecho, del lado del mar. A su izquierda, camina el var¨®n que es ligeramente m¨¢s pequeño. El otro var¨®n, el m¨¢s pr¨®ximo al acantilado, tiene la misma estatura que la niña. 
    Ante ellos se extiende la arena amarilla y lisa, hasta perderse de vista. Sobre su izquierda se levanta la pared de piedra parda, casi vertical, en la que no se ve ninguna salida. Sobre su derecha, inm¨®vil y azul desde el horizonte, la superficie lisa del agua es bordeada por un ribete s¨²bito, que rompe en seguida para expandirse en espuma blanca. 
    Despu¨¦s, diez segundos m¨¢s tarde, la onda que se infla cava de nuevo la misma depresi¨®n, del lado de la playa, con un rumor de roce de arenisca. 
    La olita rompe; la espuma lechosa trepa de nuevo la pendiente, volviendo a ganar algunos cent¨ªmetros de terreno perdido. En el silencio que sigue, tres campanadas lejanas resuenan en el aire calmo.
    -Ah¨ª est¨¢ la campana -dice el m¨¢s chico de los varones, el que camina en el medio. 
    Pero el ruido de la arenisca que el mar aspira cubre el demasiado d¨¦bil tintineo. Es necesario esperar el fin del ciclo para percibir de nuevo algunos sonidos, desformados por la distancia. 
    -Es la primera campana -dice el m¨¢s grande. 
    La olita rompe, a su derecha.
    Cuando la calma regresa, no escuchan m¨¢s nada. Los tres niños rubios caminan siempre con la misma cadencia regular, llev¨¢ndose los tres de la mano. Ante ellos la bandada de p¨¢jaros que no est¨¢ m¨¢s que a unas zancadas, ganada por un brusco contagio, sacude las alas y se echa a volar. 
    Describen la misma curva encima del agua, para venir a posarse otra vez sobre la arena y volver a zanquear, siempre en el mismo sentido, justo sobre el l¨ªmite de las olas, aproximadamente a una centena de metros.
    -Puede ser la primera -contin¨²a el m¨¢s pequeño- si no se ha o¨ªdo la otra antes...
    -La habr¨ªamos o¨ªdo igual -responde su vecino. 
    Pero no han, por esto, modificado su paso; y las mismas huellas, detr¨¢s de ellos, contin¨²an naciendo, a medida que las imprimen sus seis pies desnudos.
    -Dentro de un rato no estaremos tan cerca -dice la niña.
    Despu¨¦s de un momento, el m¨¢s grande de los varones, el que se halla del lado del acantilado, dice: 
    -Estamos todav¨ªa lejos. 
    Y caminan a continuaci¨®n los tres en silencio. 
    Se callan hasta que la campana, siempre indistinta, resuena de nuevo en el aire calmo. El m¨¢s grande de los varones dice entonces: "Ah¨ª est¨¢ la campana". Los otros no responden. 
    Los p¨¢jaros que est¨¢n a punto de alcanzar sacuden las alas y vuelan, uno primero, despu¨¦s dos, despu¨¦s diez...
    Despu¨¦s toda la bandada est¨¢ de nuevo posada sobre la arena, progresando a lo largo de la orilla alrededor de cien metros delante de los niños. 
    El mar borra los rastros estrellados de sus patas a medida que los imprimen. Los niños, por el contrario, que caminan m¨¢s cerca del acantilado, uno al lado del otro, llev¨¢ndose de la mano, dejan detr¨¢s de ellos huellas profundas, cuya triple l¨ªnea se alarga paralelamente en los bordes, a trav¨¦s de la largu¨ªsima playa. 
    A la derecha, del lado del agua inm¨®vil y lisa, rompe, siempre en el mismo lugar, la misma pequeña ola. 


Alain Robbe-Grillet, cuya biograf¨ªa se inicia al mundo en Francia all¨¢ por 1922, teoriz¨® y escribi¨® en un estilo que fund¨® dogm¨¢tico: el nouveau roman. Tiene novelas como La doble muerte del profesor Dupont, El mir¨®n, En el laberinto, La celos¨ªa, La casa de Hong-Kong, Topolog¨ªa de una ciudad fantasma, Las gomas, Djinn, etc.; tambi¨¦n el ensayo Por una novela nueva (1963). Colabor¨® en cine: escribi¨®
el gui¨®n para la pel¨ªcula de Alain Resnais El año pasado en Marienbad (1961) y dirigi¨® varias pel¨ªculas, entre las que destaca La inmortal (1963). ¿Muri¨® hace no mucho, no?

a Tope
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DEFINICIÓN

Hacer: Recorrer. Visitar.
-Sabemos que acab¨¢s de volver de Europa. ¿D¨®nde estuviste?
-Bueno. Hicimos España, Italia...

Copiado del Diccionario del argentino exquisito, de Bioy Casares.


TALLER LITERARIO

-Pan...
-Queso...
-Pan...
-Queso... Empez¨¢s vos. 
-Vos...
-... Vos...
-... Vos...
-... Vos...
-¿D¨®nde se va? ¿Atr¨¢s de aquel ¨¢rbol?
-Vemos...


Taller Literario. Usted elige. 
Encuentros semanales de lectura y escritura.

Pilotean: Fernando A¨ªta y Alejandro G¨¹erri

Llame al 4896 0140 o al 4205 4284.
O escriba a:

niusleter@niusleter.com.ar


ENCUESTA

¿Nos puede contar en cinco pasos (¨® 70 palabras) c¨®mo ser feliz con poco (aunque sea un ratito)?

Conteste a: niusleter@niusleter.com.ar


POEMAS

Poema

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Con un manojo de blancos lotos

hurtados del lago

Regresa una doncella

remando en su pequeño bote.

No puede ocultar las huellas

porque la embarcaci¨®n

A trav¨¦s de los flexibles juncos

dibuja su delatora estela.



A bordo de una barca

mientras leo los poemas de Y¨¹an Chen

 

Tomo tus poemas en mis manos

                y los leo a la luz del candil.

La lectura ha terminado,

                la luz est¨¢ baja,

                    el alba a¨²n no llega.

Siento escozor en los ojos;

                apago el candil

                    y permanezco a oscuras

Escuchando las olas que

                impulsadas por el viento

                    baten con fuerza la proa.

¡¡


Estando ocupado toda la noche en palacio

                y soñando con el Templo Hsien-Yu

 

Junto a la ventana que da al oeste

ces¨¦ de escribir edictos;

Pinos y bamb¨²es se sumieron

en total silencio.

Emerg¨ªa la luna

y soplaba una brisa suave.

De improviso, todo parec¨ªa

como un atardecer en los cerros.

As¨ª mientras dormitaba

pensando en el suroeste,

Soñ¨¦ que me hallaba en el Templo Hsien-Yu.

Cuando despert¨¦ y o¨ªa

la clepsidra del palacio,

Soñaba todav¨ªa en el torrente

del arroyo de la montaña.

¡¡


Po-Ch¨¹-I (772-864) o Bay Juyi. Poeta chino y funcionario estatal. Ocup¨® diversos cargos, desde bibliotecario de palacio hasta gobernador provincial; cuando se retir¨® de la vida p¨²blica era alcalde de Loyang, la capital oriental.

a Tope


ENLACES

Muy sugeridas im¨¢genes sacadas de cualquier parte: 
http://www.fotosencontradas.com.ar

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GRAFFITTI

"Locas y borrachas". En Teodoro Garc¨ªa esquina Enrique Mart¨ªnez (Chacarita). Lo vio Ale G.

"Autogesti¨®n!!! Aspecto desprolijo. Ni paraguayos. Ni bolivianos. Ni argentinos. Latinoamericanos."

"Ale, te amo. Mam¨¢"
"Agus, te amo. Pap¨¢"
"Fabi, te amo. Pap¨¢"

"Sara, te esper¨¦ pero no viniste. Mañana vengo."

Todos vistos en el refugio del and¨¦n central de la estaci¨®n Avellaneda, por Nahuel Valcarce, Daniel Liñares y Elizabeth Gora.


AGRADECIMIENTOS

Cada n¨²mero dej¨¢s una marca en nuestro esp¨ªritu, Mariano Valcarce, Soporte T¨¦cnico.
Mariano Carrara.
Caterina G¨¹erri, feliz cinco. 
Marcos Bruzzo, que te repongas pronto.
Lucas Luna, por el dato de "Tirate un lance"
Gabriela Garc¨ªa
Daniel Chirom y la revista El Jabal¨ª
Nicol¨¢s Romano y El Anartista
Ra¨²l Baena
Jos¨¦ Repiso Moyano
A todos los que se toman unos minutos para leer Ñusleter.
A los que se toman unos minutos para contestar.
A los que se toman unos minutos para compartirlo.

Mariano Valcarce, Soporte T¨¦cnico, recomienda "ir a paso propio".


RESPUESTAS

¿Se anima a escribir una carta de amor, imaginaria o real, en no m¨¢s de (estrictas) sesenta palabras? D¨¦le.

Reci¨¦n partiste.  Dejaste vac¨ªa mi alma.

Mi alma... mis entrañas.        

Te lo dije. Aseguraste que no quer¨ªas.

No quiero, no quiero - repetiste.

En silencio - tu presencia rondando - prepar¨¦ mi desayuno.

Estir¨¦ la m¨ªnima mermelada restante

y separ¨¦ l¨¢minas milim¨¦tricas del final del queso.

Pero me hab¨ªas engañado una vez m¨¢s. 

Antes de partir, te comiste la ¨²nica tostada que ten¨ªa.

Graciela G¨®mez Sala / alondra

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G.:
Anoche encontr¨¦ una media tuya debajo de la mesa de luz. Te record¨¦ sentada en la cama, de piernas cruzadas, mirabas la pared, ensimismada. Tambi¨¦n record¨¦ la canci¨®n de Joy Division, tan incomprensible, terrible: "El amor nos separar¨¢". Te extraño, linda. Ahora me siento en la cama en la misma posici¨®n que vos, intento descubrir que viste en la pared. 
Y no se qu¨¦ hacer con tu media.
N.

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B¨¢rbara:  A ti expreso sentimiento tan puro y ¨²nico como s¨®lo t¨², te amo m¨¢s que a la vida misma, sepa el mundo que la muerte no es nada al lado del amor que siento. Mi vida, coraz¨®n y raz¨®n te pertenecen; te doy todo por la alegr¨ªa y la visi¨®n del para¨ªso que tuve al contemplarte en tan triste mundo.
LuKas

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Querido:

Dos veces fue demasiado y miles podr¨ªan haber sido in¨²tiles, sin saber me desmorone en tus brazos como las hojas de otoño.

Te ame tanto que no cre¨ªste en m¨ª ni en vos. Un amor real muy cerca te quema, pero lejos te excita y con la vida que es real pero es finita no se jode.

Siempre tuya.

Mystica

 

Cada tanto la leo... y lloro... y pienso... ¿Para qu¨¦? ...si ¨¦l ya lo sabe.  El ya lo sabe y ambos sabemos que ahora no podemos... AHORA, no se puede...

Por eso prefiero no sentirla, pensar que no la he escrito.

Cerrar el cuaderno y dormirme abrazada a mi marido... tanto como ¨¦l lo har¨¢ con ella... en su cama.

D.A.A.

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SUSCRIPCIONES

Ñusleter no es conocido como algunos piensan: h¨¢ganos la gauchada de reenviarlo a los suyos, y de paso quede bien.

Si no desea recibir Ñusleter env¨ªenos un mensaje electr¨®nico con asunto "Ya Estoy Harto" a niusleter@niusleter.com.ar

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