Ñ u s l e t e r


#22

-mensaje espiritual de lectura y escritura-

 


Thomas Clark: ¿Aún pensás que saben?
Allen Ginsberg: Ahora estoy más convencido. Seguro. Todo lo que tenés que hacer es tratar de tirarte a alguien. Te darás cuenta de que sabían todo el tiempo que querías tirártelos. Pero hasta ese momento nunca habías establecido comunicación al respecto.
Thomas Clark: ¿Por qué?
Allen Ginsberg: Por miedo al rechazo. Los rostros retorcidos de todas esas personas, sus rostros estaban retorcidos por el rechazo. Y odio por el ser, a fin de cuentas. La interiorización de ese rechazo. Y finalmente, incredulidad en ese ser brillante. Incredulidad en ese ser infinito. En parte por los particulares... en parte, porque la conciencia que todos llevamos muy a menudo es dolorosa, porque la experiencia del rechazo y la falta de amor y la guerra fría... me refiero a que toda la guerra fría es la imposición de una enorme barrera mental sobre todo el mundo, una enorme psiquis antinatural. Un endurecimiento, un rechazo de la percepción del deseo y la ternura que todos conocen y que es la mismísima estructura del... ¡átomo! La estructura del cuerpo y organismo humanos. Un deseo incorporado. Bloqueado. "Donde la juvenud explotó en deseo / Y la pálida Virgen se amortajó de nieve". O como dice Blake: "En cada rostro veo y encuentro / señas de debilidad, marcas de pena". Así que en la librería pensaba en las marcas de debilidad, en las marcas de pena. Las podés ver simplemente volteando y mirando a tu alrededor, en el rostro de cualquier persona, ahora, siempre; las podés ver en la manera de torcer la boca, las podés ver en la manera de parpadear, las puedes ver en la manera como se fija la mirada al prender un fósforo. La autoconciencia es un sustituto de la comunicación con el exterior. Esta conciencia es retenida para pensar cómo controlar el rostro, los ojos y las manos a fin de fabricar una máscara para esconder el flujo de lo que sucede. El flujo que todos conocemos. Digamos que es la timidez. El miedo. Miedo del sentimiento total, miedo a ser totalmente.


ÍNDICE

POEMAS | Selección de haikús | Matsúo Basho| Yosa Busón | Kobayashi Issa | José Juan Tablada |
ENCUESTA
CUALQUIERA |
Plagas |
TALLER LITERARIO
PROSA | Walden |
Henry David Thoreau |
SE NECESITA...
GRAFFITTI
ETIMOLOGÍA |
Fértil |
ENLACES
| Museos |
AGRADECIMIENTOS
SUSCRIPCIONES


POEMAS

Selección de haikús**

Un viejo estanque:
salta una rana ¡zas!
qué chapaleo. 

Admirable
aquel que ante el relámpago
no dice: la vida huye. 

Este camino
nadie ya lo recorre,
salvo el crepúsculo. 

Matsúo Basho (1644- 1694), uno de los principales poetas del haikú, a quien le tocó convertir estos ejercicios de estética verbal en experiencias espirituales. Basho recoge el lenguaje coloquial, libre y desenfadado pero busca llegar a lo mismo que los antiguos: el instante poético.

El luchador, a la vejez,
cuenta a su mujer el combate
que no debió perder.

Nada se mueve,
ni una hoja: inquietante
yace el bosque en verano.

Frío en la alcoba
al pisar tu peine, 
mi muerta esposa.

Yosa Busón (1716-1783) Pintor, calígrafo y poeta, uno de los cuatro grandes maestros del haikú junto con Basho, Issa y Shiki.

Para el mosquito
también la noche es larga,
larga y sola. 

Al Fuji subes
despacio -pero subes,
caracolito.

No la aplastes.
La mosca se frota
manos y patas. 

Kobayashi Issa (1763-1827) Subrayó la hermandad cósmica entre la existencia humana y la suerte de animales y plantas, e introdujo elementos de horror y dolor, a la vez que mantuvo el humor, la simpatía, una jubilosa resignación.


El mono me mira:
¡quisiera decirme
algo que se le olvida!

Trozos de barro:
por la senda en penumbra
saltan los sapos.

Peces voladores:
al golpe del oro solar
estalla en astilas el vidrio del mar.

José Juan Tablada (1871-1945) Nació y murió en Méjico. Vivió unos meses en Japón hacia 1910. En 1914 escribió Hiroshigué, ensayo dedicado al pintor japonés. En 1919 publicó Un día..., compuesto por haikú, los primeros en castellano. Fue además precursor de los ideogramas y caligramas en su libro Li Po.


**El haikú (o jaiku), que data del siglo XVI, pertenece a la tradición de la poesía japonesa. Se compone de tres versos, que suman en total 17 sílabas: el primero y el tercero de 5, y el segundo de 7. En realidad, es un desprendimiento del poema clásico japonés (tanka o waka), que estaba formado por cinco versos divididos en dos estrofas: una de tres líneas (cinco, siete, cinco) y la otra de dos (ambas de siete). Desde un punto de vista formal el haikú se divide en dos partes: una que da la condición general y la ubicación temporal o espacial del poema (otoño, noche, un árbol, una roca); y la otra, que debe contener un elemento activo. Una es descriptiva y casi enunciativa; la otra, inesperada. La percepción poética surge del choque entre ambas. En Occidente, se empezó a trabajar con esta forma a comienzos del siglo XX. 

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ENCUESTA

1- ¿Qué libros se llevaría a una isla, por más que no esté desierta?

2- ¿En qué hábitat natural podría ser un buen salvaje?

a- a orillas del mar
b- en la selva
c- en un bosque de coníferas
d- en la montaña
e- en un llano arbolado
f- otros:

3- ¿Qué le resulta imprescindible? Sin exagerar y concisamente.

4- ¿En qué se convertiría si pudiera desarrollar todas sus potencialidades?

Envíe sus respuestas a: niusleter@niusleter.com.ar


CUALQUIERA

Plagas

    Las plagas pueden causar muchas molestias en el momento de la multiplicación. Atacan a un gran número de plantas y es imprescindible que el horticultor las conozca y sepa tratarlas adecuadamente. 
    Si una planta o esqueje infectado se introduce en el medio de multiplicación, las temperaturas elevadas y la humedad ambiental provocarán una explosión de los gérmenes infecciosos. 
    Por lo tanto, el material empleado debe estar, en la medida de lo posible, totalmente exento de todo tipo de plagas. Es más seguro y más fácil combatir las plagas en la planta madre, antes de obtener los esquejes que van a dar lugar a nuevos ejemplares. Sin embargo, esto no siempre es posible, y las medidas rutinarias de control de plagas han de aplicarse continuamente para evitar las infecciones en el invernadero o en el huerto. 
    Pulgones y mosquitos: Algunos insectos, como el pulgón y los mosquitos, están presentes, de modo invariable y en pequeño número, en casi todas las plantas durante la estación de crecimiento. Es muy importante combatirlos porque, además de causar un debilitamiento rápido cuando la población aumenta, pueden transmitir enfermedades víricas. 
    El método más práctico de la aplicación de insecticidas consiste en el uso de aerosoles, preferiblemente durante la noche. Los más eficaces son los que contienen piretrum o malatión, Estos productos químicos no deben utilizarse cuando las plantas están expuestas a la luz del sol. 
    Moscas  de invernadero: Es una de las plagas más molestas, y ataca a las plantas que se desarrollan bajo cristales. Los adultos son pequeños y blancos, semejantes a polillas. Las larvas, de color blanco verdoso y en forma de escama, viven en el envés de las hojas y se alimentan de savia; segregan una sustancia azucarada que vuelve a las hojas pegajosas y favorece la aparición de un moho negro y hollinoso. Las larvas toleran la mayor parte de los insecticidas, pero los adultos pueden controlarse con productos que contengan piretrum, biomestrín o resmetrín. 
    Babosas y caracoles: Se alimentan de las plantas jóvenes de casi todos los cultivos. El uso continuo de cebos para babosas mantiene a la plaga a un nivel mínimo. Cuando sobreviene una infección masiva, hay que aplicar metaldehído. 

Guía práctica de la Jardinería, Ediciones Orbis, Barcelona, 1986.

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TALLER LITERARIO

Encuentros semanales de lectura y escritura. 

Coordinan: Alejandro Güerri - Fernando Aíta.

Más información: acá

Consultas: niusleter@niusleter.com.ar


PROSA

Walden (fragmentos)

    (...)
    A mi entender es perfectamente válida la objeción que hiciera Momo a Minerva con respecto a la casa construída por esta, "que no era movible y que, por tanto, no sería posible evitar una mala vecindad", inconveniente que podemos denunciar hoy, pues nuestras casas suelen ser tan complicadas que más que alojarnos parece que nos tienen presos, y puesto que la mala vecindad que tenemos que evitar es la de nuestras ruines personas. En esta ciudad conozco una o dos familias, por lo menos, que durante casi una generación han estado deseando vender su hogar de las afueras para trasladarse al centro, y no lo han logrado, de modo que sólo la muerte les librará de tal cuita.
    Estoy de acuerdo en que, al final, la mayoría se revela capaz de poseer o alquilar una casa moderna, con todas sus ventajas. Mientras que la civilización ha ido mejorando nuestro hábitat, no ha hecho igual con los hombres que han de poblarlo. Ha creado palacios, pero no era tan fácil crear nobles y reyes. Y si los objetivos que persigue el hombre civilizado no tienen más valor que los del salvaje, si empeña la mayor parte de su vida en la satisfacción de necesidades no imprescindibles y de meras comodidades, ¿por qué ha de tener una morada mejor que la de aquél? 
(...)

    (...)
   Como con nuestros colleges, igual ocurre con un centenar de "mejoras modernas"; hay mucho de ilusión y no siempre se trata de progreso auténtico. El diablo sigue exigiendo hasta el final interés compuesto sobre su primera acción y sobre las innumerables inversiones posteriores. Nuestros inventos suelen ser juguetes bonitos que distraen nuestra atención de cosas más serias. No son sino unos medios mejores para llegar a un fin que no ha mejorado y que nunca ha dejado de ser de logro demasiado fácil, como asequibles resultan hoy Boston o Nueva York por vía férrea. Tenemos prisa en construir un telégrafo magnético entre Maine y Texas; pero puede que Maine y Texas no tengan nada importante que comunicarse o que se encuentren en predicamento semejante al de aquel hombre que, ansioso de ser presentado a una distinguida señora sorda, cuando satisfizo por fin su deseo y le fue puesta en la mano la trompetilla que debió facilitar la comunicación, no supo qué decir. Como si lo importante fuera hablar con rapidez y no con sentido común. Deseamos construir un túnel debajo del atlántico para acortar en algunas semanas lo que nos separa del viejo mundo. Pero bien puede ocurrir que la primera noticia que llegue entonces a oídos americanos sea que la princesa Adelaida tiene la tos ferina. Después de todo, el hombre cuyo caballo corre una milla por minuto no siempre es portador del mensaje más importante. No se trata de evangelista alguno que se alimente de langostas y miel silvestre. 
(...) 

    (...)
    Vestid un espantapájaros con vuestro último traje y deteneos desnudos a su lado, ¿quién no saludaría antes al espantajo? Pasando el otro día por un maizal, muy cerca de una chaqueta y sombrero puestos sobre un palo, reconocí en ellos al dueños del lugar, quien se me antojó tan sólo un poco más gastado por la intemperie que cuando lo vi por última vez. He oído hablar también de un perro que ladraba a todo extraño que, vestido, se aproximase a la propiedad de su amo, pero que se mantenía fácilmente tranquilo en presencia de un merodeador desnudo. Sería interesante saber cuánto tiempo conservarían los hombres su rango relativo si fueran desprovistos de sus ropas. ¿Podríais, en tal caso, señalar de un grupo de personas civilizadas quiénes pertenecen a la clase más respetada? Dice la señora Pfeiffer que cuando en el curso de su viaje alrededor del mundo hubo llegado a la Rusia asiática, ya cerca de su país natal, sintió la necesidad de cambiar sus ropas de viaje por otras más adecuadas al acto de su presentación ante las autoridades, "pues ahora se encontraba en un país civilizado, donde la gente es juzgada por sus vestidos". Incluso en nuestras democráticas ciudades de Nueva Inglaterra, la posesión accidental de fortuna y manifestación por vía de alarde de atavío y medios de transporte merecen aprobación y respeto casi universales. Pero aquellos que guardan semejante respeto, aun siendo muy numerosos, apenas son otra cosa que paganos necesitados de los buenos oficios de un misionero. Además, el vestido trajo el coser, trabajo que bien podríais llamar sin fin, por lo menos en cuanto se refiere al vestido de una mujer; no está terminado nunca.
(...)

    (...)
   Ficciones y delirios son tomados por sólidas verdades mientras que la realidad se nos antoja fabulosa. Si los hombres contemplaran sólo realidades y se sustrajeran al engaño, la vida, comparándola con lo que conocemos, sería un cuento de hadas, algo digno de Las Mil y Una Noches. Si respetáramos solamente lo que es inevitable y tiene derecho a ser, la música y la poesía resonarían por las calles. Cuando actuamos sin prisas y con prudencia, nos damos cuenta de que sólo lo grande y valioso posee existencia permanente y absoluta y de que las cuitas y placeres vanos no son sino sombra de la realidad. Ello resulta estimulante, sublime. Cerrando los ojos y dormitando, en cambio, dejando que las apariencias los engañen, los hombres establecen y confirman por doquier su vida diaria de rutina y hábito sobre bases puramente ilusorias. Los niños, que juegan a la vida, disciernen su verdadera ley y relaciones con más claridad que los adultos, quienes no logran vivirla dignamente, pero se creen más sabios por su experiencia, es decir, por sus fracasos. He leído en un libro hindú que "hubo una vez un príncipe que, habiendo sido expulsado de su infancia del lado de su padre, el rey, fue criado por un montero; y llegado a la madurez en estas circunstancias, creía pertenecer a aquella ruda raza con que vivía. Como le hallara uno de los ministros de su padre, le fue revelado su verdadero origen, con lo que se deshizo aquel equívoco sobre su carácter y el joven supo entonces de su rango principesco. Así el alma -continúa el filósofo hindú- equivoca su propio carácter debido a las circunstancias en que ha sido inmersa, hasta que le es revelada por algún santo maestro y sabe, entonces, que es brahma".
(...)

    (...)   
   No me parece, en verdad, que esta pregunta que me habéis hecho sea la más importante. ¿Qué clase de espacio es el que separa a un hombre del prójimo y le hace sentirse solitario? Yo he llegado a la conclusión de que no hay movimiento alguno de las piernas que pueda aproximar dos mentes separadas. ¿De qué queremos vivir cerca principalmente? Seguro que no de muchas personas, ni del almacén, la estafeta de correos, el bar, la capilla, la escuela, el colmado, Beacon Hill, Five Points, donde se congregan la mayoría de los hombres, sino de la fuente perenne de nuestra existencia, de donde nuestras experiencias todas nos han revelado que proviene, como el sauce se alza cerca del agua y proyecta sus raíces en su busca.
(...)

    (...)
  
Encuentro saludable el estar solo la mayor parte del tiempo. La compañía, aun la mejor, cansa y relaja pronto. Me encanta estar solo. Jamás di con compañía más acompañadora que la soledad. Las más de las veces solemos estar más solos entre los hombres que cuando nos encerramos en nuestro cuarto. El hombre que piensa o trabaja está siempre solo, doquiera se encuentre. La soledad no se mide por la distancia que media entre una persona y otra. Por lo común la compañía es poco valiosa. Nos encontramos a intervalos muy cortos, sin haber tenido tiempo de adquirir ningún valor nuevo que ofrecernos unos a otros. Nos vemos tres veces al día con ocasión de las comidas, y nos brindamos una nueva prueba de ese queso rancio que somos. Hemos tenido que convenir en una serie de reglas que llamamos de etiqueta y cortesía para hacer este encuentro frecuente tolerable y para evitarnos una guerra declarada. Nos encontramos en Correos, socialmente, y cada noche junto al fuego; vivimos apretujados, interferimos recíprocamente nuestros caminos y chocamos unos con otros continuamente, con lo que, pienso yo, nos perdemos algo de mutuo respeto. En verdad que menos asiduidad bastaría para todas las comunidades importantes y cordiales. Sería mejor si no hubiera más que un habitante por cada milla cuadrada, como donde yo vivo. El valor de una persona no reside en su piel para que tengamos que manosearla. (...)

Henry David Thoreau (1817- 1862) es el padre espiritual de los escritores estadounidenses que se manifiestan en sus textos como anti-civilización norteamericana. Sólo que Thoreau llevó a los hechos su discordancia ideológica. A los treinta años, harto del progreso, abandonó su carrera docente, su fábrica de lápices y se retiró a vivir por dos años a un bosque. Consignó esta experiencia en Walden (1854), libro que junto a los Ensayos de Emerson, constituye la obra fundamental del movimiento trascendentalista. Además escribió un ensayo sobre el caminar y otro titulado Desobediencia civil. Thoreau (y esto no es broma) se negaba a pagar los impuestos porque deploraba moralmente al Gobierno.

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SE NECESITA...

Imaginación y paciencia: niusleter@niusleter.com.ar


GRAFFITTI

"Sólo los locos aman con tanta pasión, Te extraño gorda loca." En Hidalgo y dos antes de Díaz Vélez. 

"Te tocó la gorda". Leído en sus muchos sentidos en Emilio Mitre y Valle (en el planeta Caballito)

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ETIMOLOGÍA

FÉRTIL, hacia 1440. Tomado del latín fertilis ídem, derivado de ferre 'producir frutos', propiamente 'llevar (en general)'.

DERIVADOS Fertilidad, hacia 1440. Fertilizar; fertilizador; fertilizante. Feraz, 1648, latín ferax, -acis, 'fértil'; feracidad. Féretro, 1605, latín feretrum, propiamente 'instrumento para llevar'.


ENLACES

Museos argentinos
http://www.ilam.org/ar/ar.html


AGRADECIMIENTOS

Sería bueno que nos señalaras nuestros errores, Mariano Valcarce, Soporte Técnico
Darío Cánovas de 4CV, pionero.
A quienes contestaron la encuesta con sinceridad y gracia.
A quienes nos manifiestan sus opiniones con total franqueza.
A quienes nos dicen mentiras halagadoras, igual.

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MÁS ÑUSLETER EN:

http://www.niusleter.com.ar