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  é l

 

                 s u ñ
 


testigo de
locura periódico-literaria

 

# 166

 


 

"El arte entonces sería el intento de llegar al conocimiento a través de la construcción del objeto a conocer; ese objeto no es otro que el mundo. El mundo entendido como un lenguaje. No se trata entonces de conocer sino de actuar."
César Aira

"En el fantástico moderno, se presentan “cosas sin nombre” (la percepción de algo que no puede articularse en palabras, excepto a través de la sugestión y la implicación) y “nombres sin cosas” (las palabras que se perciben como signos vacíos, carentes de significado, sinsentidos)."
Rosemary Jackson

"El lenguaje tiende a dar sentido a todo lo que vemos y una de las misiones del poeta es hacer la crítica del sentido. Y hacerla con las palabras, instrumentos y vehículos del sentido."
Octavio Paz
 


 

ÍNDICE

 

POEMAS | La lección de latín | Eavan Boland || De este modo | Craig Czury |  
GRAFFITTI  

DEFINICIÓN | Sabiduría | Loco |

ÑUSLETER en VIVO | Verde |

PROSA | La loca y el relato del crimen | Ricardo Piglia |

ENCUESTA | Ñusléter festeja |

ENLACES | Cortos | Cuentos |
ETIMOLOGÍA | Gringo | 
RESPUESTAS
SUSCRIPCIONES | Amor |

AGRADECIMIENTOS

CONTACTO | niusleter@niusleter.com.ar | 

 

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POEMAS

 

La lección de latín

La luz de Pascua en el jardín del convento.

El eucalipto destella.
            Suena una campana
            para la primera clase.
 

Hoy el Libro Sexto de la Eneida.

Una monja vieja regaña en el pasillo.
            Modales, niñas. ¿Dónde
            están sus modales?
 

Anoche durante su sermón de Cuaresma

el cura local nos pidió que recordáramos
            que todo está aquí
            para un fin:
 

hasta las hojas de eucalipto sirven
para hacer aceite con el que remojar la lana
            para suavizar nuestras mantas
            y gabardinas.
 

Mi dedo índice se desliza entre los renglones.

Una luz de tormenta llega desde la bahía.
            Qué hermosas se ven

            las palabras, qué
 

errantes y extrañas en la página
antes de que las trituremos para extraer su fragancia
            y volvamos a triturarlas
            para descubrir
 

el sendero hacia el infierno
y que esas sombras en sus espectrales cuerpos,
            temblorosos y apiñados
            en la lejana
 

orilla, revelando su hambre por
la pequeña utilidad de una vida, son
            los muertos. ¿Y cómo
            antes de la campana
 

voy a llamar a la negra quilla y halagar al sombrío

barquero y cruzar el agua y conservar aún
            una lengua civilizada
            en mi cabeza?

 

Eavan Boland nació en Dublín en 1944. Fundadora de la editorial feminista Arien House, vivió en Londres y Nueva York para regresar después a su ciudad natal. Publicó, entre otros, estos libros: New Territory, The War Horse, In Her Own Image, The Journey and Other Poems, In a Time of Violence. Este poema aparece en la Antología de la poesía irlandesa contemporánea, de Jorge Fondebrider y Gerardo Gambolini.  

 


De este modo


Había un odio

y golpearon tus dientes hasta deslizarlos

por tu garganta.

 

Había un amor

y golpearon tu cerebro de tal manera que

se derramó por tus orejas.

 

(¿Eso era amor?)

 

Ahora todo es de este modo:

harás lo que te digan y no dirás ni una palabra.



Craig Czury
, poeta estadounidense nacido en 1951. Se lo conoce por Tattoo Haiku, poemas murales hechos con los internos de la cárcel de Luzerne, por sus clases de poesía en escuelas y por su trabajo como editor en Pagoda Press. Es autor de Except, Shadow, Orphan Shadow y Between Prayer and Waking, entre otros. Acá, en versión de Esteban Moore.

 

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GRAFFITTI

 

"Buenos Aires mierda para turistas". Lo vio Juli en un kiosco de Belgrano.

"Adri Milikito gorda falsa…
                        “lechona”
drogona".
En Dicman al 1100, escrita sobre el pecho abierto de una pared amarilla, con estructura poética, en letras negras precisas.

 

"NO ROBE! EL ESTADO NO ADMITE COMPETENCIA!". Visto por Marina en una calcomanía pegada en la ventana de una casa, por la Av. Palacios, en Ramos Mejía.

 

"El pueblo unido jamás será". Al parecer la continuación fue pintada encima. En Caseros al 2500 (Parque Patricios).

 


 

DEFINICIÓN

 

SABIDURÍA, s. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso.

LOCO, adj. Dícese de quien está afectado de un alto nivel de independencia intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que no está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado. Vale la pena señalar que una persona es declarada loca por funcionarios carentes de pruebas de su propia cordura. Por ejemplo, el ilustre autor de este Diccionario no se siente más convencido de su salud mental que cualquier internado en un manicomio, y -salvo demostración en contrario- es posible que en vez de la sublime ocupación a que cree dedicar sus facultades, esté golpeando los puños contra los barrotes de un asilo y afirmando ser Noé Webster, (autor del diccionario Webster) ante la inocente delectación de muchos espectadores desprevenidos.

 

En el Diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce.

 


 

ÑUSLETER en VIVO

 

Nunca me creí capaz pero se dio. Ya me había levantado nervioso, el teléfono, un primo mío, si lo podía aguantar en casa unos días. Al ratito, el timbre, el portero, que el gasista, que la pérdida. El del kiosko no me quiso dar monedas, me tocaron el culo en el bondi y cuando me bajé, vi cómo le robaban a un viejo. No aguanté más y me puse verde de la bronca, se me rompieron el pantalón y la camisa, me salieron músculos, tenía una cabeza así, y empecé a revolear cosas descontrolado, gritando: "Aaaaggh".

 

No es para tanto, loco. Taller Literario:

cierre de temporada a todo motor.

Y en noviembre Taller por Computadora.

 

Coordinan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri

 

Para más información: 
O bien:
niusleter@niusleter.com.ar (Asunto: Taller literario / Taller por compu).

 


 

PROSA

 

La loca y el relato del crimen

 

1

Gordo, difuso, melancólico, el traje de filafil verde nilo flotándole en el cuerpo, Almada salió ensayando un aire de secreta euforia para tratar de borrar su abatimiento.

Las calles se aquietaban ya; oscuras y lustrosas bajaban con un suave declive y lo hacían avanzar plácidamente, sosteniendo el ala del sombrero cuando el viento del río le tocaba la cara. En ese momento las coperas entraban en el primer turno. A cualquier hora hay hombres buscando una mujer, andan por la ciudad bajo el sol pálido, cruzan furtivamente hacia los dancings que en el atardecer dejan caer sobre la ciudad una música dulce. Almada se sentía perdido, lleno de miedo y de desprecio. Con el desaliento regresaba el recuerdo de Larry: el cuerpo distante de la mujer, blando sobre la banqueta de cuero, las rodillas abiertas, el pelo rojo contra las lámparas celestes del New Deal. Verla de lejos, a pleno día, la piel gastada, las ojeras, vacilando contra la luz malva que bajaba del cielo: altiva, borracha, indiferente, como si él fuera una planta o un bicho. “Poder humillarla una vez”, pensó. “Quebrarla en dos para hacerla gemir y entregarse”.

En la esquina, el local del New Deal era una mancha ocre, corroída, más pervertida aún bajo la neblina de las seis de la tarde. Parado enfrente, retacón, ensimismado, Almada encendió un cigarrillo y levantó la cara como buscando en el aire el perfume maligno de Larry. Se sentía fuerte ahora, capaz de todo, capaz de entrar al cabaret y sacarla de un brazo y cachetearla hasta que obedeciera. “Años que quiero levantar vuelo” pensó de pronto. “Ponerme por mi cuenta en Panamá. Quito, Ecuador.” En un costado, tendida en un zaguán, vio el bulto sucio de una mujer que dormía envuelta en trapos. Almada la empujó con un pie.

–Che, vos –dijo.

La mujer se sentó tanteando el aire y levantó la cara como enceguecida.

–¿Cómo te llamas? –dijo él.

–¿Quién?

–Vos. ¿O no me oís?

–Echevarne Angélica Inés –dijo ella, rígida–. Echevarne Angélica Inés, que me dicen Anahí.

–¿Y qué haces acá?

–Nada –dijo ella–. ¿Me das plata?

–Ahá, ¿querés plata?

La mujer se apretaba contra el cuerpo un viejo sobretodo de varón que la envolvía como una túnica.

–Bueno –dijo él–. Si te arrodillás y me besás los pies te doy mil pesos.

–¿Eh?

–¿Ves? Mirá –dijo Almada agitando el billete entre sus deditos mochos–. Te arrodillás y te lo doy.

–Yo soy ella, soy Anahí. La pecadora, la gitana.

–¿Escuchaste? –dijo Almada–. ¿O estás borracha?

–La macarena, ay macarena, llena de tules –cantó la mujer y empezó a arrodillarse contra los trapos que le cubrían la piel hasta hundir su cara entre las piernas de Almada. Él la miró desde lo alto, majestuoso, un brillo húmedo en sus ojitos de gato.

–Ahí tenés. Yo soy Almada –dijo y le alcanzó el billete–. Cómprate perfume.

–La pecadora. Reina y madre –dijo ella–. No hubo nunca en todo este país un hombre más hermoso que Juan Bautista Bairoleto, el jinete.

Por el tragaluz del dancing se oía sonar un piano débilmente, indeciso. Almada cerró las manos en los bolsillos y enfiló hacia la música, hacia los cortinados color sangre de la entrada.

–La macarena, ay macarena –cantaba la loca–. Llena de tules y sedas, la macarena, ay, llena de tules –cantó la loca.

 

Antúnez entró en el pasillo amarillento de la pensión de Viamonte y Reconquista, sosegado, manso ya, agradecido a esa sutil combinación de los hechos de la vida que él llamaba su destino para mejor soportar el fracaso. Hacía una semana que vivía con Larry. Antes se encontraban cada vez que él se demoraba en el New Deal sin elegir o querer admitir que iba por ella; después, en la cama, los dos se usaban con frialdad y eficacia, lentos, perversamente. Antúnez se despertaba pasado el mediodía y bajaba a la calle, olvidado ya del resplandor agrio de la luz en las persianas entornadas. Hasta que al fin una mañana, sin nada que lo hiciera prever, ella se paró desnuda en medio del cuarto y como si hablara sola le pidió que no se fuera. Antúnez se largó a reír: “¿Para qué?”, dijo “¿Quedarme?”, dijo él, un hombre pesado, envejecido. “¿Para qué?” le había dicho, pero ya estaba decidido, porque en ese momento empezaba a ser consciente de su inexorable decadencia, de los signos de ese fracaso que él había elegido llamar su destino. Entonces se dejó estar en esa pieza, sin nada que hacer salvo asomarse al balconcito de fierro para mirar la bajada de Viamonte y verla venir, lerda, gastada, envuelta en la neblina del amanecer. Se acostumbró al modo que tenía ella de entrar trayendo el cansancio de los hombres que le habían pagado copas y arrimarse, como encandilada, para dejar la plata sobre la mesa de luz. Se acostumbró también al pacto, a la secreta y querida decisión de no hablar del dinero, como si los dos supieran que la mujer pagaba de esa forma el modo que tenía él de protegerla de los miedos que de golpe le daban de morirse o de volverse loca.

“Nos queda poco juego, a ella y a mí” pensó llegando al recodo del pasillo, y en ese momento, antes de abrir la puerta de la pieza, supo que la mujer se le había ido y que todo empezaba a perderse. Lo que no pudo imaginar fue que del otro lado encontraría la desdicha y la lástima, los signos de la muerte y el miedo en los cajones abiertos y los muebles vacíos, en los frascos, perfumes y polvos de Larry tirados por el suelo: la despedida o el adiós escrito con rouge en el espejo del ropero, como un anuncio que hubiera querido dejarle la mujer antes de irse.

Vino él vino Almada vino a llevarme sabe todo lo nuestro vino al cabaret y es como un bicho una basura oh dios mío andate por favor te lo pido salvate vos Juan vino a buscarme esta tarde es una rata olvidame te lo pido olvidame como si nunca hubiera estado en tu vida yo Larry por lo que más quieras no me busques porque él te va a matar

leyó Antúnez las letras temblorosas, dibujadas como una red sobre su cara reflejada en la luna del espejo.

 

2

A Emilio Renzi le interesaba la lingüística pero se ganaba la vida haciendo bibliográficas en el diario El Mundo: haber pasado cinco años en la Facultad especializándose en la fonología de Trubetzkoi y terminar escribiendo reseñas de media página sobre el desolado panorama literario nacional era sin duda la causa de su melancolía, de ese aspecto concentrado y un poco metafísico que lo acercaba a los personajes de Roberto Arlt.

El tipo que hacía policiales estaba enfermo la tarde en que la noticia del asesinato de Larry llegó al diario. El viejo Luna decidió mandar a Renzi a cubrir la información porque pensó que obligarlo a mezclarse en esa historia de putas baratas y cafishios le iba a hacer bien. Habían encontrado a la mujer cosida a puñaladas a la vuelta del New Deal; el único testigo del crimen era una pordiosera medio loca que decía llamarse Angélica Echevarne. Cuando la encontraron acunaba el cadáver como si fuera una muñeca y repetía una historia incomprensible. La policía detuvo esa misma mañana a Juan Antúnez, el tipo que vivía con la copera y el asunto parecía resuelto.

–Trata de ver si podés inventar algo que sirva –le dijo el viejo Luna–. Andate hasta el Departamento que a las seis dejan entrar al periodismo.

En el Departamento de policía Renzi encontró a un solo periodista, un tal Rinaldi, que hacía crímenes en el diario La Prensa. El tipo era alto y tenía la piel esponjosa, como si recién hubiera salido del agua. Los hicieron pasar a una salita pintada de celeste que parecía un cine: cuatro lámparas alumbraban con una luz violenta una especie de escenario de madera. Por allí sacaron a un hombre altivo que se tapaba la cara con las manos esposadas; enseguida el lugar se llenó de fotógrafos que le tomaron instantáneas desde todos los ángulos. El tipo parecía flotar en una niebla y cuando bajó las manos miró a Renzi con ojos suaves.

–Yo no he sido –dijo–. Ha sido el gordo Almada, pero a ése lo protegen de arriba.

Incómodo, Renzi sintió que el hombre le hablaba sólo a él y le exigía ayuda.

–Seguro fue éste –dijo Rinaldi cuando se lo llevaron–. Soy capaz de olfatear un criminal a cien metros: todos tienen la misma cara de gato meado, todos dicen que no fueron y hablan como si estuvieran soñando.

–Me pareció que decía la verdad.

–Siempre parecen decir la verdad. Ahí está la loca.

La vieja entró mirando la luz y se movió por la tarima con un leve balanceo, como si caminara atada. En cuanto empezó a oírla, Renzi encendió su grabador.

–Yo he visto todo he visto como si me viera el cuerpo todo por dentro los ganglios las entrañas el corazón que pertenece que perteneció y va a pertenecer a Juan Bautista Bairoleto el jinete por ese hombre le estoy diciendo váyase de aquí enemigo mala entraña o no ve que quiere sacarme la piel a lonjas y hacer visos encajes ropa de tul trenzando el pelo de la Anahí gitana la macarena ay macarena una arrastrada sos no tenés alma y el brillo en esa mano un pedernal tomó ácido te juro si te acercás tomo ácido pecadora loca de envidia porque estoy limpia yo de todo mal soy una santa Echevarne Angélica Inés que me dicen Anahí tenía razón Hitler cuando dijo hay que matar a todos los entrerrianos soy bruja y soy gitana y soy la reina que teje un tul hay que tapar el brillo de esa mano un pedernal el brillo que la hizo morir por qué te sacas el antifaz mascarita que me vio o no me vio y le habló de ese dinero Madre María Madre María en el zaguán Anahí fue gitana y fue reina y fue amiga de Evita Perón y dónde está el purgatorio si no estuviera en Lanús donde llevaron a la virgen con careta en esa máquina con un moño de tul para taparle la cara que la he tenido blanca por la inocencia.

–Parece una parodia de Macbeth –susurró, erudito, Rinaldi–. Se acuerda ¿no? El cuento contado por un loco que nada significa.

–Por un idiota, no por un loco –rectificó Renzi–. Por un idiota, ¿Y quién le dijo que no significa nada?

La mujer seguía hablando de cara a la luz.

–Por qué me dicen traidora sabe por qué le voy a decir porque a mí me amaba el hombre más hermoso en esta tierra Juan Bautista Bairoleto jinete de poncho inflado en el aire es un globo un globo gordo que flota bajo la luz amarilla no te acerqués si te acercás te digo no me toques con la espada porque en la luz es donde yo he visto todo he visto como si me viera el cuerpo todo por dentro los ganglios las entrañas el corazón que perteneció que pertenece y que va a pertenecer.

–Vuelve a empezar –dijo Rinaldi.

–Tal vez está tratando de hacerse entender.

–¿Quién? ¿Esa? Pero no ve lo rayada que está –dijo mientras se levantaba de la butaca–. ¿Viene?

–No.  Me quedo.

–Oiga viejo. ¿No se dio cuenta que repite siempre lo mismo desde que la encontraron?

–Por eso –dijo Renzi controlando la cinta del grabador–. Por eso la quiero escuchar: porque repite siempre lo mismo.

 

Tres horas más tarde Emilio Renzi desplegaba sobre el sorprendido escritorio del viejo Luna una transcripción literal del monólogo de la loca, subrayado con lápices de distintos colores y cruzado de marcas y de números.

[...] 

 

¿Qué decía la loca? Haga clic en clic



Ricardo Piglia
nació en el '41 en Adrogué, provincia de Buenos Aires. Es docente de historia y de letras, y guionista de cine. Publicó: libros de cuentos, como La invasión (1967) y Nombre falso (1975); las novelas Respiración artificial (1980), Prisión perpetua (nouvelles, 1988), La ciudad ausente (1992) y Plata quemada (1997); ensayos en Crítica y ficción (1986), Formas breves (1999), Diccionario de la novela de Macedonio Fernández (2000) y El último lector (2005).

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ENCUESTA

 

¿Qué hace cuando llega sola/o a una fiesta y no conoce a nadie?

 

Respuestas en ñusléter # 150

  


 

Ñusléter festeja

 

150 números y muchas más cosas

 

Jueves 16 de noviembre, 19:30 hs.

Biblioteca Manuel Gálvez, Av. Córdoba 1558

Ciudad de Buenos Aires

 


 

ENLACES

 

Arriba producciones: cortos y animados 

 

Una píldora de literatura diaria
 

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Blog de escritura colectiva

 


 

ETIMOLOGÍA

 

GRINGO: El origen de esa palabra data de México, en el año 1847, cuando el comandante W. Scott estuvo a cargo de la invasión estadounidense en territorio mexicano. La expresión común en los pueblos que iban siendo tomados por el ejército invasor era "Green-go" (¡Verde, lárgate!), debido a que los soldados llevaban uniforme verde. El uso del término se hizo común y poco a poco fue expandiéndose hacia el resto del continente.

 

Enviado por Luis Mario Aguilera (desde México). 
 


 

RESPUESTAS

 

Se sabe que hay un continente más:

¿Dónde queda?

¿Cómo se llama?

¿Qué hay?

¿A quién se llevaría (hasta siete) para una expedición?

 

Te invito, amor mío, a visitar la Atlántida, donde castillos góticos de cristal destellan rayos multicolores en la profundidad del océano. El majestuoso silencio solo se interrumpe con la visita de los peces, el murmullo de las enredaderas viscosas agitadas por las olas y un inquieto fantasma del pasado, que aún no ha encontrado la paz.
Marta C. Prieto de Dalto
 

Hoy conmemoramos el haber descubierto una nueva tierra de paz y amor más allá del desierto de las mentiras y el mar del olvido. Se la ha llamado CARLONIA en honor al último prócer viviente que sobrevive a los escombros de la Republiqueta de BANANONIA. CARLONIA Es la más prodigiosa de las tierras. Todo lo que allí se consume lo paga la Republiqueta de BANANONIA por mas caprichoso que el deseo sea. Allí no hay delincuencia pues fue desterrada por decreto de necesidad y urgencia. Hay los mejores hospitales donde un ciudadano puede ser clonado cuantas veces quiera, lo mismo para las cirugías o las lipoaspiraciones. Hay las mejores escuelas y se cursa solo cinco años, total, con que los ciudadanos sepan los colores y los números basta y sobra. No hay policía, no es necesaria aunque algunos suspicaces digan que es la causa de la falta de delincuentes. Hay aeropuertos internacionales oficiales y clandestinos según sea la necesidad del pasajero y hasta han inaugurado uno para naves extra ATMOSFÉRICAS capaces de llevar funcionarios públicos al reino de NIPONIA en cuestión de minutos y lo peor de todo... traerlos de vuelta. Por el reconocimiento de todas estas BELDADES, yo, me he comprado esta colina en las afueras de CARLONIA desde donde puedo apreciar toda su magnificencia y aquí con la grata compañía de esta hermosa mujer llamada CECILIA NAROVA he de esperar que llueva del cielo esa pepita de oro solidó de once kilómetros de largo que según los astrólogos imperiales Tata Dios le ha enviado al Prócer Viviente como regalo por existir.
Juan el Último

Nombre: Todo es posible
Queda fuera de la rueda y dentro de la rueda.
Hay sobre todo hermandad y, por tanto, no burgueses.
Llevaría a León Bloy, Francisco de Asís, Marx, un lisiado, un HIV, una madre de veinte hijos, Madre Teresa.
Ricardo

Continente :Libertad
Queda en el más allá... pero no tanto.
Hay tiempo, plantas hermosas, muchos animales de colores y pájaros que hacen turno para cantar día y noche.
Llevaría a: Beatriz, mi mujer, para que me indicara y diera recomendaciones y así darme cuenta que estoy vivo; mi mamá, para que me ponderara; alguna paciente, que me hiciera acordar que soy "el mejor"; Alfredo Alcón, para que me leyera; Oscar Alemán y Hernan Oliva para que hicieran música;
ah... y Araceli Gonzalez para que me cebara mate.
Eduardo

Es poco probable pero quedaría cerca del Trópico de Cáncer y el Ecuador entre Cuba y Jamaica, escondido atrás de alguna isla de Haití
Se llama De las Almas y hay almas por doquier, espléndidas, llenas de vida, ahí nos encontraremos todos, Napoleón y Perón, Bob Esponja y Badía, Nerón y Muhammad Ali, Anteojito y Antifaz, Petete y Trapito, Google y Yahoo, Vos y Yo, y siguen interminables firmas, infinitas, indescifrables, eternas.
Vamos a estar todos , pero de esos todos optaría, para que fuéramos a naufragar Brad Pitt, Churchill, Sinatra, La tota Santillán, Virginia Woolf, Spinetta.
Estela

Existe un mito, o mezcla de leyenda historia, todavía no hay certeza.
Queda en el fondo del mar Atlántico. Se llama Atlántida. Ahora hay agua.Ahora, agua. Primero preguntaría y depende de quien tenga mas interés en ir lo invitaría, si no iría sola sin ninguna duda.
Mi lado izquierdo
 

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AGRADECIMIENTOS

 

Norberto Minichilo, 

Esteban Güerri, feliz cumple.

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Julia Pomares

Gonzalo Cazas, feliz

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Pipa Iorio, felicitaciones.

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