Ñ u s l e t e r

 


-colección primavera verano-

 

# 136

 

 

 


 

Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.
Antonio Machado


No hay más invierno que la soledad.
Lo que funde la nieve es un amor
que se sirve del sol como su intérprete.
Pedro Salinas

 


 

ÍNDICE

 

ETIMOLOGÍA | Verano | 

PROSA | La última hoja | O'Henry  |
GRAFFITTI
CUALQUIERA | Las reglas del amor |
TALLER LITERARIO | En el parque |
ENCUESTA

POEMAS | No volveré a cruzar | Amir Gilboa |  
DEFINICIÓN | Naturaleza |

RESPUESTAS
AGRADECIMIENTOS

SUSCRIPCIONES

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ETIMOLOGÍA

 

VERANO, 1032. Abreviación del latín vulgar VERANUM TEMPUS 'tiempo primaveral', derivado de VER, VERIS, 'primavera'. Hasta el Siglo de Oro se distinguió entre verano, que entonces designaba el fin de la primavera y principio del verano; estío, aplicado al resto de esa estación, y primavera, que significaba solamente comienzo de la estación conocida ahora con este nombre. De acuerdo con este valor, primavera, 1490, viene del latín vulgar PRIMA VERA, clásico PRIMO VERE 'al principio de la primavera'.

DERIV. Veranear, 1604; veraneo, 1739; veraneante. Veraniego, 1495. Veranillo de San Martín, 1495. Primaveral, S. X.

 

 


 

PROSA

 

La última hoja

 

    En un pequeño barrio al oeste de Washington Square las calles, como locas, se han quebrado en pequeñas franjas llamadas "lugares". Esos "lugares" forman extraños ángulos y curvas. Una calle se cruza a sí misma una o dos veces. Un pintor descubrió en esa calle una valiosa posibilidad. ¡Supongamos que un cobrador, con una cuenta por pinturas, papel y tela, al cruzar esa ruta se encuentre de pronto consigo mismo de regreso, sin que se le haya pagado a cuenta un solo centavo!

    Por eso los artistas pronto empezaron a rondar por el viejo Greenwich Village, en pos de ventanas orientadas al norte y umbrales del siglo XVIII, buhardillas holandesas y alquileres bajos. Luego importaron algunos jarros de peltre y un par de platos averiados de la Sexta Avenida y se transformaron en una colonia.

    Sue y Johnsy tenían su estudio en los altos de un gordo edificio de ladrillo de tres pisos. Johnsy era el apodo familiar que le daban a Joanna. Sue era de Maine; su amiga, de California. Ambas se conocieron junto a una mesa común de un delmónico de la calle ocho y descubrieron que sus gustos en materia de arte, ensalada de achicoria y moda, eran tan afines que decidieron establecer un estudio asociado.

    Eso sucedió en mayo. En noviembre, un frío e invisible forastero a quien los médicos llamaban Neumonía empezó a pasearse furtivamente por la colonia, tocando a uno aquí y a otro allá con sus dedos de hielo. El devastador intruso recorrió con temerarios pasos el East Side, fulminando a veintenas de víctimas; pero su pie avanzaba con más lentitud a través del laberinto de los "lugares" más angostos y cubiertos de musgo.

    El señor Neumonía no era lo que uno podría llamar un viejo caballeresco. Atacar a una mujercita, cuya sangre habían adelgazado los céfiros de California, no era juego limpio para aquel viejo tramposo de puños rojos y aliento corto. Pero, con todo, fulminó a Johnsy; y ahí yacía la muchacha, casi inmóvil en su cama de hierro pintado, mirando por la pequeña ventana holandesa del flanco sin pintar de la casa de ladrillos contigua.

    Una mañana el atareado médico llevó a Sue al pasillo, y su rostro de hirsutas cejas se oscureció.

    -Su amiga sólo tiene una probabilidad de salvarse sobre... digamos, sobre diez -declaró, mientras agitaba el termómetro para hacer bajar el mercurio-. Esa probabilidad es que quiera vivir. La costumbre que tienen algunos de tomar partido por la funeraria pone en ridículo a la farmacopea íntegra. Su amiguita ha decidido que no podrá curarse. ¿Tiene alguna preocupación?

    -Quería... quería pintar algún día la bahía de Nápoles -dijo Sue.

    -¿Pintar? ¡Pamplinas! ¿Piensa esa muchacha en algo que valga la pena pensarlo dos veces? ¿En un hombre, por ejemplo?

    -¿Un hombre? -repitió Sue, con un tono nasal de arpa judía-. ¿Acaso un hombre vale la pena de...? Pero no, doctor... No hay tal cosa.

    -Bueno -dijo el médico-. Entonces, será su debilidad. Haré todo lo que pueda la ciencia, hasta donde logren aplicarla mis esfuerzos. Pero cuando una paciente mía comienza a contar los coches de su cortejo fúnebre, le resto el cincuenta por ciento al poder curativo de los medicamentos. Si usted consigue que su amiga le pregunte cuáles son las nuevas modas de invierno en mangas de abrigos, tendrá, se lo garantizo, una probabilidad sobre cinco de sobrevivir en vez de una sobre diez.

    Cuando el médico se fue, Sue entró al atelier y lloró hasta reducir a mera pulpa una servilleta. Luego penetró con aire afectado en el cuarto de Johnsy llevando su tablero de dibujo y silbando ragtime.

    Su amiga estaba casi inmóvil, sin levantar la más leve onda en sus cobertores, con el rostro vuelto hacia la ventana. Sue la creyó dormida y dejó de silbar. Acomodó su tablero e inició un dibujo a pluma para ilustrar un cuento de una revista. Los pintores jóvenes deben allanarse el camino del Arte ilustrando los cuentos que los jóvenes escriben para las revistas, a fin de facilitarse el camino a la Literatura.

    Mientras Sue bosquejaba unos elegantes pantalones de montar sobre la figura del protagonista del cuento, un vaquero de Idaho, oyó un leve rumor que se repitió varias veces. Se acercó rápidamente a la cabecera de la cama.

    Los ojos de Johnsy estaban muy abiertos. Miraba la ventana y contaba... contaba al revés.

    -Doce -dijo. Y poco después agregó-. Once -y luego-: diez... nueve... ocho... siete... -casi juntos.

    Sue miró, solícita, por la ventana. ¿Qué se podía contar allí? Apenas se veía un patio desnudo y desolado y el lado sin pintar de la casa de ladrillos situada a siete metros de distancia. Una enredadera de hiedra vieja, muy vieja, nudosa, de raíces podridas, trepaba hasta la mitad de la pared. El frío soplo del otoño le había arrancado las hojas y sus escuálidas ramas se aferraban, casi peladas, a los desmoronados ladrillos.

    -¿Qué sucede, querida? -preguntó Sue.

    -Seis -dijo Johnsy, casi en un susurro-. Ahora están cayendo con más rapidez. Hace tres días había casi un centenar. Contarlas me hacía doler la cabeza. Pero ahora me resulta fácil. Ahí va otra. Ahora apenas quedan cinco.

    -¿Cinco qué, querida? Díselo a tu Susie.

    -Hojas. Sobre la enredadera de hiedra. Cuando caiga la última hoja también me iré yo. Lo sé desde hace tres días. ¿No te lo dijo el médico?

    -¡Oh, nunca oí disparate semejante! -se quejó Sue, con soberbio desdén-. ¿Qué tienen que ver las hojas de una vieja enredadera con tu salud? ¡Y tú le tenías tanto cariño a esa planta, niña mala! ¡No seas tontita! Pero si el médico me dijo esta mañana que tus probabilidades de reponerte muy pronto eran -veamos, sus palabras exactas -... ¡de diez contra una! ¡Es una probabilidad casi tan sólida como la que tenemos en Nueva York cuando viajamos en tranvía o pasamos a pie junto a un edificio nuevo! Ahora, trata de tomar un poco de caldo y deja que Susie vuelva a su dibujo, para seducir al director de la revista y así comprar oporto para su niña enferma y unas costillas de cerdo para ella misma.

    -No necesitas comprar más vino -dijo Johnsy, con los ojos fijos más allá de la ventana-. Ahí cae otra. No, no quiero caldo. Sólo quedan cuatro. Quiero ver cómo cae la última antes de anochecer. Entonces también yo me iré.

-Mi querida Johnsy -dijo Sue, inclinándose sobre ella-. ¿Me prometes cerrar los ojos y no mirar por la ventana hasta que yo haya concluido mi dibujo? Tengo que entregar esos trabajos mañana. Necesito luz: de lo contrario, oscurecería demasiado los tintes.

    -¿No podrías dibujar en el otro cuarto? - preguntó Johnsy, con frialdad.

    -Prefiero estar a tu lado -dijo Sue-. Además, no quiero que sigas mirando esas estúpidas hojas de la enredadera.

    -Apenas hayas terminado, dímelo -pidió Johnsy cerrando los ojos y tendiéndose, quieta y blanca, como una estatua caída-. Porque quiero ver caer la última hoja. Estoy cansada de esperar . Estoy cansada de pensar. Quiero abandonarlo todo, e irme navegando hacia abajo, como una de esas pobres hojas fatigadas.

    -Procura dormir -dijo Sue-. Debo llamar a Behrman para que me sirva de modelo a fin de dibujar al viejo minero ermitaño. Volveré inmediatamente. No intentes moverte hasta que yo vuelva.[...]

 

Conozca el desenlace, con un clic

 

O'Henry (William Sidney Porter) nació en Estados Unidos en 1862 y allí murió de cirrosis en 1910. Desempeñó varios trabajos (en comercios, bancos y como redactor). En 1898, condenado por desfalco, entró en la prisión de Ohio, donde escribió sus primeros relatos.  Liberado en 1901, cambió su nombre por el de O'Henry. Publicó más de seiscientos relatos en vida, y algunos volúmenes póstumos. Un premio anual lleva su nombre. Algunos títulos: Los cuatro millones, La voz de la ciudad, El corazón del Oeste.

 

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GRAFFITTI

 

"Las denuncias me las paso por el culo." Esquina Matheu y 15 de noviembre, San Cristóbal. 

 

"Se viene la pascualeada. Comete un huevo." En Suipacha y Belgrano, Villa Domínico. 

 


 

CUALQUIERA

 

Las Reglas del Amor

1- El matrimonio no excusa propiamente a nadie de amar.
2- Aquel que no siente celos no es capaz de amar.
3- Nadie puede amar a dos personas al mismo tiempo.
4- Es bien sabido que el amor está siempre o creciendo o declinando.
5- Lo que quiera que un amante toma contra la voluntad de su amada no tiene sabor.
6- Un hombre no se enamora hasta haber alcanzado completa madurez.
7- Un período de duelo de dos años por un amante muerto es requerido de la parte sobreviviente.
8- Nadie debería ser impedido de amar excepto por razón de su propia muerte.
9- Nadie puede amar a menos que sea forzado por la elocuencia del amor.
10- El amor acostumbra ser un exiliado de la casa de la avaricia.
11- Es inapropiado amar a alguien a quien te avergonzaría desposar
12- El verdadero amante no desea los abrazos apasionados de nadie salvo su amada.
13- El amor que es hecho público raramente dura.
14- El amor fácilmente obtenido es de poco valor; la dificultad en obtenerlo lo hace precioso.
15- Todo amante empalidece en la presencia de su amada.
16- Al de repente avistar a su amada, el corazón del amante comienza a palpitar.
17- Un nuevo amor desplaza al viejo.
18- Un buen carácter solamente hace a alguien digno de amor.
19- Si el amor disminuye, pronto falla y raramente se recupera.
20- Un hombre enamorado es siempre temeroso.
21- El sentimiento de amor es siempre incrementado por los celos verdaderos.
22- Cuando un amante sospecha de su amada, los celos, y con ellos la sensación de amor, son incrementados.
23- Un hombre atormentado por el pensamiento del amor come y duerme muy poco.
24- Todo lo que un amante hace termina en el pensamiento de de su amada.
25- Un verdadero amante no considera nada bueno sino lo que piensa que complacerá a su amada.
26- El amor nada puede negar al amor.
27- Un amante nunca puede tener demasiado de los consuelos de su amada.
28- Una pequeña suposición fuerza al amante a sospechar que su amada obra mal.
29- Un hombre perturbado por lujuria excesiva usualmente no ama.
30- Un verdadero amante está continuamente y sin interrupción obsesionado por la imagen de su amada.
31- Nada prohíbe a una mujer ser amada por dos hombres, o a un hombre por dos mujeres.

 

 

En De Amore, Libro II, (o Libro del Amor Cortés) por Andreas Capellanus (Andrés el Capellán, siglo XII, religioso de la corte de María de Champagne, hija de Leonor de Aquitania, reina de Inglaterra, esposa de Enrique II).   

 

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TALLER LITERARIO

 

A Lili la perdí de vista cuando con Rufo nos trepamos al monumento. Ojo, las chicas tampoco tenían ropa. No sé quién lo preparó. Y nos tiramos al lago con todos los de la división. Tonio propuso buceo, Luifa una manchacadena. Después, lo único que me acuerdo fue cuando despegamos arriba del Planetario.

 

 

Chicas/os, esta primavera los esperamos en

Taller Literario, encuentros de leer y escribir.

 

Coordinan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri

 

Llamar: 4896-0140 | 4205-4284.
O escribir:

 

niusleter@niusleter.com.ar

 



ENCUESTA

 

¿Qué moda impondrá esta primavera? (50 palabras)

 

Envíe sus respuestas a: niusleter@niusleter.com.ar

 


 

POEMAS

 

No volveré a cruzar...

 

No volveré a cruzar este sendero. Ahora

apretaré la mano contra la corteza del árbol. Es posible

que antes de que llueva pase aquí otro distinto y apriete

también él la palma de su mano a la corteza

y sume sin saberlo un contacto de aire a otro contacto de aire.

 

Luego vendrá la lluvia. Y todos los contactos resbalarán con ella abajo

a la tierra del tronco del árbol y serán absorbidos

por tierra del tronco, irán a las raíces y subirán

por el tronco y por las ramas y llenarán las hojas de verdor

nuevo. Dónde estaré yo cuando la respiración verde y corta

de mis manos y del que venga después se mezclen en la continuidad

respirante de verde eterno.



 

Amir Gilboa nació en Ucrania (1917) y murió en Tel Aviv (1984). Trabajó en la construcción de autopistas y como director de la editorial Massada. Sin contar antologías, dejó ocho libros de poemas, el primero de 1942 y el último del ´85: Fatiga, Siete dominios, Cantares de madrugada, Azules y rojos, Quise escribir con los labios dormidos, Bálsamo, Gacela, te enviaré y Todo Pasa. 

 

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DEFINICIÓN

 

NATURALEZA: Qué hermosa es la Naturaleza!" Decirlo cada vez que uno se encuentra en el campo.

 

Tomado del Diccionario de los lugares comunes, Gustave Flaubert.

 


 

RESPUESTAS

 

Si pudiera mantener una charla con un muerto, ¿con quién hablaría? ¿De qué?

 

Sigo creciendo, en 10 años más mi rostro tendrá tu misma edad y quien nos miré no creerá que soy tu hijo. No ha pasado un solo día sin pensarte desde aquel domingo, la vida es difícil como me dijiste, pero me diste buenas armas, aunque todavía deba aprender a usarlas mejor. Tal vez te reconozcas en mis gestos, en el brillo de mis ojos, en mis palabras, soy una extensión tuya, todavía hay algunos que te ven en mí… Quisiera saber si soy algo de lo que te habías imaginado cuando me contabas historias para hacerme dormir, si hice lo correcto en tu ausencia. Aún extraño tu abrazo y sentirme a salvo del mundo.
J.R.D

 

 

Si pudiera hablar con un muerto hablaría con George Orwell. Hablaría de sus vivencias en la guerra civil española. Y le preguntaría si en realidad 1984 fue fruto de su imaginación, o como Verne y Miguel Angel, tenía una visión del mundo mucho más nítida que el resto de los mortales.
Pablo Iglesias

 

Claro que tengo un abuelo muerto, pero nunca supe qué hablar con él cuando estaba vivo, ahora no sabría tampoco. Supongo que nos quedaríamos sólo un poco quietos sin hablar de nada. El más quieto que yo.
Pedro X

 

Hablaría con Dios y le preguntaría por qué se fue sin decir adiós.
Conrado Nietzsche

 

 

Hablaría con dos amigos que murieron en Agosto de 2005, recién, se fueron casi juntos, primero ella para preparar el tablero, después se fue él, para poner las fichas en su justo lugar y planear el juego, ahora ellos ya saben el secreto. Les preguntaría si el final es el final, si se termina o se empieza la vida con la muerte.
Estela

 


Creo que de tener una oportunidad así tendría varios candidatos, me gustaría tomar un café con Oliverio Girondo y divagar, me gustaría charlar nuevamente con mis abuelos, con cualquiera de ellos y mostrarles fotos de la nieta, o mejor aún presentársela, y si obviamos el doblaje, apreciaría una charla con Sócrates.
Roberto López

 

Si pudiera hablar con un muerto, hablaría con Arthur Rimbaud. Primero le aclararía que no se puede usar la frase: "a la mierda con...", y luego le preguntaría todo lo que nadie le pudo preguntar sobre "la poesía", después de su auto exilio. 
Hernán 


Hablaría con mi papá... el edipo te lleva a lugares insospechables...
atutalegr, María

 

17deagosto2004Uruguay
Para leer con vosz 
inflorescencia bellísima pitcairnia feliciana del áf rica de la costa única neoregelia leviana r ojo r ojo viv o viv ísimo torn asolado torna regresa resa r ojo azabach asbe sabe asube nidularium asombra sombra neoregelia viv o rojo aechmea aillbergia cryptanthus dyckia guzmania 
epifita finita filadita t uya muert
no.. en-ti-erro b ajo demás iado b romelia Neoregelia leviana esta planta de la misma familia que el ananás se conoce únicamente por algunos especímenes recolectados en la amazonia por la botánica y pintora Margaret Mee en 1964 FLOR-A diccionario enciclopédico larousse 2003 PlagioUnas plantas, dan rosas, otras lises y hay otras de nuevo estilo y sólo dan a luz alondras. Tu jardín todo bordado, a mano Home naj e hipálage acanto de la habitación donde es tacc eso
Y si sólo son bromelias. No contestaste. Entonces, me detuve, y me volví y me quedé helada. Pues me di cuenta de que no estabas, y nunca habías venido. 
Diana Cegelnicki


Si pudiera hablar con un muerto, es porque ya lo estaría. Entonces, saldría de la cola de los muertos, y buscaría a alguien con la barba muy larga y la ropa gastada, alguien con experiencia.. Y le preguntaría a qué hay que temer. Porque debe ser desesperante vivir sin miedo.
Marcelo Daniel


Si pudiera mantener una charla con un muerto, hablaría con mi hija. Ella murió cuando estaba por cumplir tres meses de vida. Obviamente, eso hace que me sea muy difícil imaginar una charla con Daniela... pero en el plano de los sentimientos nada es imposible. Me gustaría poder expresarle todo mi amor, y contarle que siempre sufro por haberla perdido, pero que a la vez me sentí muy acompañada por ella todos estos años. Le contaría de sus tres hermanos, de lo mucho que los amo, de todas las cosas hermosas que ellos hacen para alimentar mi vida y mi corazón. Le diría que ellos la conocen (por fotos) y la mencionan siempre... y, por último, un TE AMO grandote, y la certeza de que el amor de madre puede saltar todos los abismos.
Laura Sacarelo
 

 

 

-Hola Luis, cómo andás.
-Bien, acá tranquilo.
-Che, qué joda que te moriste tan joven, la verdad te extraño.
-Bueno, no dependía de mí, me vinieron a buscar.
-Lo que más extraño es cómo nos cagábamos de risa.
-¡Ja! Te acordás del rengo... ese día por poco nos morimos los dos....
-Sí, por ahogo de risa. ¿Y el cabeza de termo? Mamita, pensé que el negro te cagaba a trompadas.
-Cuando le expliqué el chiste el negro se puso rojo.
-Qué bárbaro. No ganábamos un mango y cuando cobrábamos nos íbamos a cenar y a cagarnos de risa.
-Sí, estaban buenas esas cenas. 
-Fue rara nuestra amistad, ¿no? Hacerse amigo de grande y duró pocos años.
-Sí, pero la pasamos bien. 
-Che, ¿tenés algun dato ahí? ¿Sabés cuándo me toca?
-No, acá son medio ortibas, no sueltan ni una punta de nada. Igual quedáte tranquilo, yo voy a andar siempre por acá .
-Bueno, no te jodo más, porque el celular es caro ,¡ja!
-Siempre igual de pelotudo vos, el chiste fácil.
-A bueno, perdonáme porque vos tenías el humor sofisticado, Borges.
-Ja ja, no, la verdad que no.
-Bueno, te mando un abrazo loco, cuidate.
-Vos más que yo, ja. A mí ya me pasó, ja.
-Chau, pelado, nos vemos.
José Luis

a Tope

 


 

AGRADECIMIENTOS

 

Diana Cegelnicki, felicitaciones

Daniel Liñares

Lautaro Lupi

Paula Niccolini y DOCBSAS/05

María Ferreyra

Antonella Romiti

Anía Sambuco

Shula Goldman

La Partida

Página Digital

Angélica Barrenechea Arriola 

Malena Rey y Paula Peyserè

Lucas Centurión

Laura Román y Patricio Buzzi

José Esses
Roxana Salpeter
mei

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SUSCRIPCIONES

 

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