Ñ u s l e t e r


 

-inédito periódico de divulgación literaria-

 

# 106

 

 


 

"No creo en los géneros literarios. Cada persona tiene su propio discurso pemanente, un río perenne y subterráneo que constantemente amenaza desbordarse. La mayoría de la gente le pone diques, pero así y todo su rumor se escucha."

Ricardo Zelarayán

 


 

ÍNDICE

 

PROSA | Antología de inéditos #3: | El premio | Ernesto Carrodeguas de Arce || Fuera de servicio | Nadia Hardy || Triple equis | Eleonora Koren || Los bichos | Federico Merea || Último encuentro | José Luis Pascuet |

AGRADECIMIENTOS
DEFINICIÓN | Camada |

RESPUESTAS
SUSCRIPCIONES

 


 

PROSA

 

ANTOLOGÍA DE INÉDITOS #3

 

    Por medio de la presente, queda usted invitado a recorrer con los ojos una serie de textos nunca antes editados. Que los disfrute:    

 

 

El premio

 

    Lo llamaron de la embajada y le comunicaron que había ganado el premio. Los dos últimos meses no había tenido otra cosa en su mente. Había dejado los originales en un sobre en las oficinas del consulado, junto con el sobre sellado donde aparecían sus datos personales. La secretaria del cónsul le había recibido el sobre con una sonrisa mecánica y lo había despedido con un apretón de manos demasiado fuerte para una señora de apariencia tan frágil.

    Salió del consulado y se puso a caminar por la avenida en dirección al mar. ¿Habría hecho bien en presentar ese cuento? ¿O debió haber entregado el que había escrito el año pasado sobre el niño que se quedaba solo a la deriva en el Estrecho de la Florida? Antelo le dijo que no, que ni loco presentara ese, que en el supuesto caso de que lo premiaran, algo poco probable dada la evidente simpatía del gobierno que convocaba al premio con nuestro gobierno, lo iban a tomar para el trajín político. Es verdad que el cuento logra trasmitir la ingenuidad del niño en medio de tanta agua, tanta soledad y tanta desgracia, dijo Antelo, pero el tema no era para ese concurso. Al final se decidió por el primer cuento que escribió este año, sobre la niña santa que curaba en el pueblo y terminaba incendiando el galpón donde su madre despalillaba tabaco. Parece que Antelo tenía razón, porque hoy lo llamaron de la embajada y le dijeron, después de preguntar más de una vez si él era él, que había ganado el premio, que la entrega sería el siguiente viernes, a las 20:30 horas, en la embajada, en presencia del embajador y otras personalidades de la cultura. (...)

 

Si desea continuar con el relato de Ernesto Carrodeguas de Arce, apriete acá.  

 

Fuera de servicio

    El planeta y su gente me han hastiado. Sus vericuetos son una prensa de metal que me pone sus toneladas encima convirtiéndome en alfombra y me arrastra por vidrio molido. Me levanto y camino deforme. Hablo y me siento disfrazada de conejo, sin alfabetizar. Debo estar en el centro de una vereda del centro, con ropa sucia y oscura, mientras la gente me confunde con un indigente y me ofrenda sus monedas de diez. ¡No me tiren limosna, tírenme respeto! Pronuncio estas sandeces y ahora estoy acostada. Tengo el techo a dos centímetros de la cabeza. La mera escena de mí misma vista desde tus ojos me dificulta la respiración. Así que abro la alacena donde se esconde mi ropa, donde me esperan los libros de biología que se deslizan hasta golpearme la nariz y luego me sepultan. (...)

Para leer completo este y otro texto de Nadia Hardy, sírvase hacer clic.


Triple equis

    Una habitación con poca luz ubicada en cualquier lugar. En el centro un hombre de ojos rasgados come arroz con palitos chinos. El silencio es absoluto y sólo se interrumpe cuando, por error, algún palito golpea suavemente el borde del plato. Sorpresivamente ingresa en escena una rubia platinada enfundada en un tapado de piel blanco, bastante mayor y con aires de actriz de Hollywood venida a menos. Corte. Toma fija del plato con restos de arroz. De fondo se oyen gemidos y gritos en algún idioma extranjero. No hay subtítulos.

Conozca más escritos de Eleonora Koren en esta dirección.


Los bichos

    Una de las características del oficio de camarógrafo es la diversidad de realidades a las que uno se ve expuesto. Voy a referirme tan sólo a un relato específico, con el propósito improbable de redimir dos muertes.

 

    Locación: Un campo a 30 kilómetros de Gualeguaychú.

    Objetivo: Grabar imágenes para un hipotético programa televisivo de caza mayor.

    Recuerdos varios: La cerveza más disfrutada en mucho tiempo, con una gelidez resaltada por el calor entrerriano, insoportable en enero. Las empanadas de carne, de una fritura deliciosa, que obligaban a comerlas en la típica trillada posición de rodillas marcando las diez y diez, habitualmente en el patio contiguo al comedor habitado por una taxidermia apabullante en cantidad y variedad. Las manguereadas más importantes de toda mi vida profesional, luego de comprobar que la pileta prometida era un simple tanque metálico de escasos dos metros de diámetro, y lleno en un siete por ciento de su capacidad por un musgo acuoso. La noche en el apostadero, para poder tomar imágenes de “los bichos” (tal era el nombre que daban los cazadores a diversos mamíferos) incluyendo micciones en una botella de jugo mocoretá abierta al medio, para no espantar a los animales con olores o ruidos.

 

    Pero la situación que interesa se da apenas llegados con mi compañero al campo en cuestión. (...)

Lea el desenlace de esta excursión, escrita por Federico Merea, acá nomás.


Último encuentro

 

    Susana Ortiz, 18 años, morocha aguerrida, concubina de Juan Sánchez. Tenía varias causas por tenencia y venta de droga y prostitución que, siendo menor, le habían hecho pasar varias temporadas en distintos institutos.

    Susi había ido con su prima Mariela a una bailanta de San Miguel. Para ver qué pasaba.  Juan la sacó a bailar y pagó la bebida toda la noche para las dos chicas. Estaban los 3 muy borrachos, se subieron a un Alfa Romeo negro y fueron a la casa de Juan que no era más que un galpón por la zona de Billinghurst. Al entrar se encontraron con muchos autos. La mitad enteros, los otros a medio cortar.  Esa noche no estaban trabajando, todo era silencio u oscuridad. Subieron a los cuartos del piso de arriba. Juan sacó la bolsa de merca del bolsillo, la derramó en un plato de vidrio y convidó. Susi tomó un par de líneas. La prima gentilmente no aceptó. Él dijo ahora vengo.

    -Dale, boluda, tomá que está buena.

    -No. No quiero hacer cagadas. Además este tipo no me gusta, es muy pesado. Me quiero ir a casa.

    -Bueno, tomatelás con carpa.

    -Pedíme un remís.

    -Andáte a la mierda, pelotuda.

    -Me rajo, no te metas en quilombos. Chau.

    La prima desapareció discretamente.

    (...)

 

Encuentre este cuento entero de José Luis Pascuet en la antología.

a Tope

 


 

DEFINICIÓN

 

CAMADA. f. Grupo de personas, generalmente de edad similar, que en un período dado participan de experiencias comunes.

L.V. Mansilla, Memorias [1904], 1955, 153: ¿Quién no conoce en Buenos Aires a los Zelis, tan buena gente, parientes de los Belaustegui, otra camada óptima?

 

Tomado del Diccionario del habla de los argentinos, Academia Argentina de Letras, 2003.
 


 

RESPUESTAS

 

En la vida de todos hay un incidente que nos relaciona con la policía: ¿cuál fue el suyo (en no más de 100 palabras)?

 

Ya me había exigido... -¡los documentos!-. Estaba perdida. Entonces saqué la cabeza un poco más y le miré de cuerpo entero: con las piernas abiertas y la mano sobre la pistola, amenazante -Oficial, le dije suavemente ¿qué yo represento un peligro por pasarme la preventiva? porque tiene usted la mano sobre su arma y... todos sabemos lo que eso significa, sobre todo los de Derechos Humanos. Me miró breves segundos, oscuramente (juro que entonces sentí miedo) abruptamente respondió -puede irse... y que dios la bendiga. Lo increíble (¡para mí!) fue mi respuesta: -lo mismo le deseo, oficial-. Y me fui.
Araceli

Fue cuando me afanaron la cartera (documentos, tarjeta de crédito, llaves de mi casa, credenciales de la obra social mía y de mis pibes, todas mis pinturas de Avon, mi espejito mágico que me decía a toda hora que yo era la más linda del mundo, una medallita que era de mi viejo) y tuve que hacer la denuncia: me tuvieron dos horas esperando... Estaban tomando mate, mientras yo lloraba como una descosida.
Melina Mercuri
 

La policía me atrapó teniendo sexo bajo unos arbustos en los bosques de Palermo.
Nadia


Me muero, muero, muero de ganas de contarles pero no puedo, soy una mezcla de Bond y Mojarrita. Se los dejo librado a su imaginación.
Roberto López

Les cuento mi experiencia con la Policía, aunque, por poquito, me paso de las cien palabras.
En numerosas oportunidades, celosos guardianes del orden supieron sorprenderme mientras, con mi pareja, ejercíamos generosos intercambios amorosos en mi pequeño automóvil.
Pude conocer, de esa forma, las distintas estrategias usadas por estos simpáticos personajes para llegar a una rápida solución del asunto. Los hay moralistas, que interrogan por el estado civil de los infractores. Los hay cómplices indulgentes, que, guiño mediante, recomiendan hoteles alojamiento de la zona. Los hay víctimas sacrificadas, que aseguran que se juegan la carrera por hacer “por esta única vez” la vista gorda.
Vaya este brindis, entonces, para saludar a estos desconocidos actores que, por un módico diego, nos regalan tan divertidas morisquetas. Y que se maten.
Adolfo Brandán

Paseando a mi perro en el parque sin correa un policía se acerca y me pregunta que qué hago en el parque después del anochecer y agrega que es ilegal, yo le digo que eso no me parece tan ilegal como pasear a mi perro sin correa y le exijo que ponga en cuestionamiento su jerarquía de ilegalidades, luego le ruego que no me condene, que soy inocente (esto lo digo sin pensar, como si gritara de dolor o de placer) él me perdona pero toma mis datos y acaricia a mi perro.
Walter Kelly De Gutiérrez

Bueno, en realidad tengo varios. el mejor fue cuando tenía catorce años y maté a uno de ellos, fue con fuego, mi madre pobrecita se enojó mucho conmigo, yo le expliqué que me aburría, ella como castigo me mandó arrodillarme y fregar el piso durante toda la tarde, pero fue en vano, todavía no sale aquella marca de la alfombra de mi cuarto.
Pedro
 

Mi último y recientísimo incidente se relaciona con las láminas en blanco (ort tat). No tenía ni idea qué eran cuando me tropecé con ellas por algún comentario oído al azar. Pensé que bien podrían tener que ver con la famosa hoja en blanco del miedo a escribir. En realidad lo deduje por el contexto de mi escucha, donde un licenciado batía la justa sobre perversiones, en la Comisaría de mi barrio, cuando fui a tramitar un certificado de "vida y residencia" . Deben apuntar a algún tipo de test, concluí y qué peor test que el enfrentarse a la temible hoja en blanco a la hora de lidiar con los grafemas, instrumento idóneo a la hora de denunciar tantas injusticias. Bueno, en realidad sigo sin saber muy bien qué son esas laminillas relucientes y en cuanto al famoso pozo blanco de la hoja de marras, me sigue "chupando" sin haber todavía estampado el tiro de gracia sobre la cana.
Aquí va, entonces, el encuentro: buscando en google la lámina pulida -hagan la prueba- se encuentra primero un vocabulario o diccionario de términos psicológicos que no aporta nada al platinado, sino más bien se hace una laguna -debe ser post traumática, por algunos de esos golpes de "bienvendida" a los que es tan afecta la "poli" en la primera de cambio y sin mediar razones -¡como si las hubiera!- transcribo textual:

LAGUNA TEMPORAL: "Ausencia de registro de acontecimientos mientras se está realizando una tarea controlada por el procesamiento automático. El sujeto se queja de un 'espacio en blanco' en la conciencia temporal, es decir, no recuerda los acontecimientos ocurridos durante un periodo de tiempo durante el cual, sin embargo, estuvo realizando una tarea automática".
Belloch A y otros, Manual de Psicopatología, Volumen I, Madrid, McGraw-Hill, 1995, pág. 183.

No me queda muy claro quién es el que sufre la laguna, si el que da, el que recibe o el pato... de la boda, pero sigamos, no nos distraigamos de nuestro objetivo, así que el paso siguiente fue ir por el segundo y último sitio que podría develar la cuestión y he aquí que de lleno me ingresan en una tal web www.gendarmería.cl, donde me dispongo a aguantarme el enclaustramiento en la lectura de largo historial sobre el encierro de los "encanados" cuando me frenan en las primeras hojas con un cartelito de "Stop" tenebroso y de allí no me dejan avanzar por más que lo intento y eso que estoy dispuesta a ser complaciente en la "revisada" con tal de pasar por alto el filo de la hoja ... en blanco que me haga "boleta", sin mediar palabra. De lo que deduzco, por el incidente, que no hay peor yuta que la lengua mate... rna.
Diana Cegelnicki
 

Denuncia por el avistaje de una bicicleta previamente robada.
Policía: ¿Dónde vio el móvil?
Yo: Saliendo de un pasillo.
Policía: ¿En qué domicilio?
Yo: 529 y 120.
Policía: ¿Número?
Yo: Sin número.
Policía: (cita lo que escribe, mientras tecleteaba) ...en la casa cuya
puerta no contiene número...
Lanark

a Tope


 

AGRADECIMIENTOS


Luciano Cánovas, feliz primer año en este mundo.

Hugo Méndez.

mei.

Federico Güerri.
Javier Adúriz.
Luis Uranga.
A los autores que cedieron sus textos para la antología.

A los que escriben..
A los que leen.

A los que responden.

 

a Tope


 

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